viernes, 7 de noviembre de 2008

RESONANCIA MAGNETICO NUCLEAR


AUNQUE VEÁIS A MI HIJO TAN SONRIENTE DENTRO DE UN TUBO DE HORMIGÓN, OS ASEGURO QUE HACERSE UNA RESONANCIA MAGNÉTICA NO ES NI POR ASOMO UN EVENTO DIVERTIDO...

Hola a todos, perdonad que ayer no acudiera a la cita con vosotros. Tuve que hacerme una resonancia en el cuello.
El evento, no por repetido ya unas cuantas veces, nada familiar o entrañable, me tenía ciertamente preocupada. Y en éste caso, no sólo por los resultados, que cuando le miran por dentro a uno, uno no deja de preguntarse qué misterios insondables van a encontrar y qué nos espera a nosotros después. Si no, porque lejos de ser la experiencia algo trepidante e incluso interesante, que podamos suponer, ya sabía yo que era de lo más molesto y agobiante.

Pero, como la suerte ya estaba echada, el volante sellado y la cita confirmada, allí me dirigí no sin un temblor de piernas imperceptible, que ni mi hijo supo entender, hasta que le llevé al baño a hacer pis, que como iba yo a estar más de una hora en el tubo maldito, la abuela no se sentía con ánimo de llevarle ella en ese intervalo. Al subir al niño en la taza y mantenerme en cuclillas, allí que me caí para atrás con la tembladera y hasta el pantalón me rompí en el caerme de culo.
Así que, por un rato, ya tuve yo otra cosa que pensar(aunque hoy en día llevar los pantalones rasgados a la altura de las rodillas, hasta de moda está), mientras me pedían los datos principales de mi salud, que por ser bastante mediocre la pobre, allí estuvimos departiendo desgracias el enfermero y yo durante más de quince minutos.
-Pues para lo jóven que eres, estás un poquito perjudicada, me dijo el buen hombre.
Yo, que todavía no le había dicho mi edad, aunque si todo mi curriculum, (hasta mi peso, que a una señorita decente no se le preguntan estas cosas, hombre de dios), sonreí por las comisuras.
Con un poco de canguis no creáis, que está mejor mi madre que yo a estas alturas de la vida, así que me espera un futurito, que en fin, mejor no pensarlo.

Enfundada en una bata verde y sin mis objetos personales más intimos, llamense así a los pendientes, el reloj o el sujetador, por ejemplo, te envían descalza a una sala fría y abobinable.
Abobinable porque enseguida te das cuenta el catafalco que espera engullirte.

Un coloso de metal y botones, con un agujero en el centro, con una camillita ridícula que se mete en las tripas del bicho, presumiblemente contigo dentro, por raíles, te espera imponente.
-Yo ahí no entro ni metiendo tripa, te dan ganas de decir, aunque claro, ya sabes de sobra que cabes, que cabes tú y un señor que le sobren unos cuantos kilos, aunque parezca mentira.

El tipo no te hace ni caso, se limita a ayudarte a introducirte en la camilla, mientras te tranquiliza con palabras tales como no te preocupes, ya sabes como va esto, acabamos enseguida.

Te tumbas boca arriba, encomendándote a los dioses, antes de ver los aparejos que te esperan para sujetar tu cuellecito precioso.
Mejor cerrar los ojos, amigos.
Pero, la curiosidad te puede. Después de ponerte unas orejeras para que no oigas mucho los ruidos que te esperan y ponerte una cinta en la frente, que ni la de John Borj, en sus mejores tiemos, te introducen una especie de bozal que te sujeta la barbilla, y para que no te escapes, una jaula de barrotes que al más estilo Dark Baider, te inmoviliza la cabeza entera.

Con los nervios destrozados, temblando de frío porque en la salita hace un frío pelotero y pensando que el evento no ha hecho sino empezar, te preguntas si vas a poder estar ahí más de tres cuartos de hora que dura la dichosa resonancia.
-¡Oiga, yo tengo mucha ansiedad, vamos que ya me están dando las palpitaciones. No hay forma de que me den algo, no sé un tranquilizante!( sacarme de aquí y nos olvidamos de la pruebecita, estoy a punto de decir...)
El hombre me pone una perilla en las manos y me dice que si no aguanto le avise con ella, que de todas maneras vamos a estar en contacto por el micrófono que tiene en la cabina.
No si, ya decía yo que no quería volver al tubo.

Empieza a empujar la camilla hacia adentro, como si por hacerlo despacio a mi se me pasara el susto.
Mamma mia, empiezo a rezar a mi manera. Cierro los ojos.
-Nada, no te preocupes, ya estamos dentro, dice dando el último empujón.
Como todo hijo de vecino no se te ocurre otra cosa que abrir los ojos.
Ahí estás tu, con la jaula en la cabeza, con la barbilla apretada por un bozal, con la goma en la frente cortándote la circulación, casi sin oir nada, y con un dolor de cuello que de repente te sacude, que te empieza a poner nerviosa.
-Igual sientes picores o te obsesionas con tragar. Tu concentrate sólo en tragar cuando no suenen los ruidos, cuando haya ruido no trages. Venga, empezamos...

Encima. Resulta que ni lo habías pensado, pero de repente te pica todo, la cara, la cabeza, el cuello, la pierna. Y lo de tragar, ¿cuándo ha dicho éste que trague, antes o después de los ruidos?. Que no me he enterado, durante los ruidos ¿no?, o sí...

Empieza el baile sin que nadie pueda evitarlo.
Allí, medio a oscuras, con la pared del tubo rozando la jaula que te aprieta la nariz y sin poder girar un milímetro comienzan los porrazos, las vibraciones, el ruido ensordecedor que empieza a recordarte que sí, que por eso te daba pánico entrar en el tubo...

-¿Cómo estás, Pilar?- te pregunta amablemente.
Pues cómo voy a estar, pedazo de capu...pues mal, muy mal.. Pero, vas y dices sonriendo como una tonta. Muy bien, de momento.
-Venga no te muevas que en un ratito acaban los ruidos. Y no te olvides de no tragar...
No tragar, no rascarme, no moverme, no tener ansiedad, no ponerme nerviosa, no mirar, no pensar en los faraones egipcios en sus mausoleos , no pensar en que hay gente que la enterraban viva y se despertaba en el ataud...
Pero, ¿qué hago yo pensando en esas cosas, por Dios?. Piensa en otra cosa, me digo. En espacios abiertos, en el niño tirando la casa abajo, en cómo estará la abuela tratando de sujetar al enano sin que tire la sala de espera abajo, rompiendo todas las revistas y dando patadas a la pobre señora que esperaba ser la siguiente en el tubo.
El tubo. Otra vez, si es que sigo en el tubo, y con estos golpes que me están martilleando la cabeza. Y sobre todo en los dedos. En los dedos, pienso aterrada...

-Oye, digo a grito pelado, que se me han olvidado los anillos, que no me he quitado los anillos. Sacamé de aquí y me los quito, digo atisbando un resquicio de esperanza.
El tipo tarda en contestar. No pasa nada, seguimos Pilar, tranquila, que ya queda menos.
Queda menos, repito una y otra vez.

A vuelta con los ruidos. Esto es insoportable. Pienso en gente que esté realmente enferma y la metan en este martirio. No salen vivos, estoy segura.
El tiempo se multiplica con los golpes, pero ¿cuánto falta?, pienso en un intervalo largo en el que no oigo nada.

El enfermero aparece en escena. Ya está. Venga, a tomarse un café por ahí o a dar una vuelta, me dice animoso.
A correr la maratón, en cuanto me sueltes el bozal y me saques de aquí, pienso yo en decirle,
mientras tira de la camilla y me suelta los correajes.
-¿Ves como no ha sido para tanto?, me dice encima irónicamente.
Me dan ganas de darle mi dirección de blog para que entienda algo, ya que parece que ni viendo a pacientes se entera de la misa la media.

Señores médicos y enfermeros, que se enteren ustedes, que poner en un papel que te hagan una resonancia magnético nuclear, no es moco de pavo, y si quieren saberlo, métanse ustedes un ratito, hombre, que es una aventura apasionante.
Encima para que luego te digan que no estas bien. Y lo feos que somos por dentro.
Por Dios...

HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...