miércoles, 19 de septiembre de 2012

De dinero, pijos y otras estupideces humanas...

Hoy, después de despedir a los niños en el bus del cole, cuando las panaderías comenzaban a abrir sus puertas, a la hora que más o menos canta el gallo de la esquina de la calle La Tejera y el vecino da la vuelta a su perro, nos hemos quedado cotilleando unos cuantos padres sobre asuntos de lo más importantes.

-¿Pues sabes tú que Fulana, que se las da de que su marido juega al golf todos los fines de semana, me ha pedido fotocopiar los libros de mi hijo, porque no tenía dinero suficiente para comprarle los suyos a su hijo?.
¡Qué poca vergüenza, vamos, que si para pelotas de golf tiene, que vale la caja cien euros, no sé cómo tiene valor para decir a los cuatro vientos que para su hijo no tiene suficiente!.

-¡Si es que esa, mucho dársela de pija y luego no tiene donde caerse muerta. Porque no hay nada peor que una pija de pueblo, te lo digo yo!.

-Pues una pija de barrio, o una pija de Moratalaz, o una pija del Barrio de Salamanca, o si me apuras, una pija internacional, que hasta en los viajes que hacemos, en bus y casi sin dinero, siempre aparece una que se cree que tiene más dinero que los demás y sobre todo más derecho a todo, aunque haya pagado, lo mismo que tú en el viajecito- contestaba yo sin tener ni idea de quién hablaban, pero imaginándome a unas cuantas que yo ya había conocido.

Nos reímos todos y nos despedimos, pensando cada cual en sus menesteres, pues una cosa es cotillear de los otros y otra bien distinta lo que cada cual tiene entre sus cuatro paredes, que por mucho que tapemos, callemos o ignoremos, es a fin de cuentas lo que a cada cual le atañe y le duele.

Camino de casa, con el carrito de Daniel en el maletero de mi vecino y el niño balbuceando sus cosas en el asiento de atrás, reflexionaba en voz alta sobre la estupidez humana y los múltiples ejemplos que todos, de una forma u otra hemos visto y padecido en todas partes y desgraciadamente a toda edad.

Es bien cierto que como humanos que somos, occidentales por añadidura y cristianos por necesidad, hemos aprendido desde la cuna que o bien sobresalimos de la masa, o bien pasamos sin pena ni gloria por este mundo tan material, tan complicado y a la vez tan absurdo.

Si no tenemos un coche de último modelo o una IPAD de última generación. Si no compramos la Nintendo a nuestros hijos o tenemos un móvil con acceso a Internet. Si vivimos sencillamente, en lugar de en un chalet con dos plantas y piscina con jacuzzi. Si no nos hacemos la estética pasados los cuarenta o no hemos ido jamás a un crucero, se puede decir, sin ánimo de machacar a nadie o de etiquetar, que esa persona no ha triunfado en la vida.

Porque, quién no ha ido a un estreno de cine, a ver correr a Alonso en Montmeló, a animar a la selección en la final un bus hasta Polonia o a darse un bañito en Benidorm con la Belén Esteban. Quien no ha comido en un buen restaurante, de esos de diseño, o se ha remojado en un Spa, o ha tirado unos hoyitos, sin tener ni idea en un buen campo de golf. Quién no se compra la ropa en Carolina Herrera, si es que tiene una boda de postín, o tiene joyas de Swarosky o ha soñado con tomarse un daikiri en la proa de un transatlantico, esperando arribar las costas de Estambul.

Creo que en sueños, todos hemos imaginado algo de esto.

Codearnos con la alta sociedad, comprar en el mismo sitio que la Presley. Arreglarnos como ella, hacernos la estética en el mismo sitio o incluso tomar copas con quienes gobiernan el mundo, o al menos con quienes nosotros creemos que tienen nivel.

¡Qué estupidez, qué raza de seres ha generado el capitalismo, el consumismo, internet o las cremas adelgazantes!. ¡Qué daño nos ha hecho la televisión, las series de los americanos o la vecina de al lado, que siendo de pueblo y teniendo una vaquería la abuela paterna, se las da de haber estado de vacaciones en Qatar y de darse cada mañana crema de caviar para las arrugas y baba de caracol para las imperfecciones!.

¡Qué ganas de destacar de la manada, aunque sea en la puerta del colegio!. ¡Que necesitados estamos de afecto, de reconocimiento, de respeto o de aplauso en un mundo que no mira a quienes dejan corriendo a sus hijos en la puerta y se van cabizbajos a trabajar, para poder llegar a fin de mes!.

¡Qué poco cuentan aquellos que abren sus negocios a las seis de la mañana y se van a su casa más allá de las once, para descansar un poco antes de volver a empezar. Qué poco valoramos a quienes educan a sus hijos en el respeto y en el buen hacer, y se cuidan muy mucho de comprarles lo que quieren para que aprendan a ahorrar un poco y merecer su PSP si sacan buenas notas o comparten con los demás!.
¡Cómo pasa desapercibida la buena educación, la amabilidad, el respeto por los vecinos y sus decisiones, la discreción cuando te enteras de una desgracia ajena o esa mano amiga de quien sin ganar nada a cambio, se queda un rato con tus hijos o te los lleva al colegio porque sabe que ya no puedes más!.

Es una verdadera lástima.
Ya no importa quien ha hecho algo por alguien, o quién ha dejado parte de sus ahorros a un hermano que estaba a punto de perder su casa. Ya no importa el buen hacer, el disfraz que cose la abuela o esa tarta de manzana de receta prohibida que pasa de generación en generación y que si la llevas a un evento, todos reconocen como lo mejor.

Ya no llama la atención quien hace algo por alguien, a no ser que sean obras sociales de una fundación de quien habiendo hecho dinero, sabe que desgrava a Hacienda.
Ya no sirve para nada el sacrificio de un padre, que sin ver a sus hijos crecer, les ha dado todo lo que ha podido. El educar a una familia numerosa o el vivir de acuerdo a esos principios trasnochados que tan sólo los del Opus o los de las sectas parecen interesados en divulgar.

Ahora todo está etiquetado, medido, valorado y tasado, porque somos tan estúpidos que no somos capaces de valorar nada más que lo que hemos conseguido, tenemos o hemos podido pagar.

Normal que en la puerta del colegio triunfe la estúpida que lleva Botox y no la pobre mujer que con vaqueros y sin ir a la peluquería desde tiempos inmemoriales, empuja el carrito de su hijo y le cuenta un cuento al otro camino de casa, porque pretende distraerlo para que no se le haga tan largo los dos kilómetros que hay.

-Yo prefería ir en coche, mamá, le interrumpe el pequeño viendo pasar a su amigo en un Volvo, mientras la madre se mira la pintura en el retrovisor.

Seguramente, la mujer, levantando los ojos y mirando con envidia el BMW de la otra vecina, suspirara:

-Yo también, hijo, yo también...


Moraleja: la estupidez humana es grande, y la ignorancia mayor, pero como diría el filósofo SOMOS ANIMALES SOCIALES y como tales o pasas por el aro y te compras el coche o tu hijo no será feliz, y si me apuras, tú tampoco...

HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...