martes, 22 de mayo de 2012

Viviendo la vida como es debido...



,He estrenado la primavera con un bote de colirio para los ojos y las pastillas olvidadas en el fondo del cajón.
El sol se ha escondido hoy tras las nubes negras que cobijan las casitas, encendidas a las siete de la mañana, preparando el desayuno en el microondas y la merienda del cole en las mochilas repletas de los niños, que han empezado a comprender que hay que darlo todo si quieren pasar un buen verano sin estudiar.

Internet no funcionaba tan pronto y tampoco la luz de las escaleras porque ayer se fastidió el interruptor, y he subido a tientas con el cola cao y las botas de Miguel, pues suelo vestirlo dormido y empujarle el dichoso vaso de leche cuando menos se lo espera.

Daniel ha abierto los ojitos nada más entrar a su cuarto, y con esa carita tan linda me ha dado los buenos días alargando sus bracitos para sacarlo de sus barrotes y echar a correr.
Como acostumbra, se ha lanzado a la cama de su hermano y con sus manitas le ha palmoteado la cara al otro, dormido profundamente y soñando con el submarino de construcciones que ayer le regalamos por su cumpleaños a Luca, porque ha comprendido que ya no puede vivir sin él.

Yo mientras él me convencía de la pertinencia del submarino, he comprendido, asomando la nariz a la puerta, que era Lunes, que hacía de nuevo frío y que la alergia iba a ser este año un poco más larga, pues el año pasado a estas alturas, todavía estaba por llegar.

Con profundo desánimo, he recogido las ciento un pelotas que estaban tiradas por el suelo, la ropa abandonada en el respaldo de las sillas, la cena sin fregar de ayer. He pensado que a veces todo es una pérdida de tiempo, que los días se hacen meses y los meses años cuando no das sentido a tu rutina o a tu quehacer.

Me quedaba mucha mañana por vivir y he de confesar que no me apetecía mucho...

Al pronto, ha sonado el teléfono y mi marido me ha informado que tenemos dos facturas este mes sin pagar y que amenazan con cortarnos la luz y el teléfono en los próximos días, como si me importara mucho, dado que sin cortarlo, no funciona el interrumpor ni el internet, por no contar que nos quedan aún diez días para llegar sin dinero a fin de mes.

Me he desplomado sobre las teclas del ordenador, que ha debido entender cuánto le necesitaba y se ha encendido, milagrosamente, ofreciéndome por regalo una ventanita coloreada en el centro de la pantalla. Era de una entrevista a uno de esos escritores que te ha llenado el alma hasta el borde en tu adolescencia, que ha continuado contigo cuando te has hecho mayor y que incluso ahora añoras volver a leer si tuvieras tiempo o si supieras dónde narices pusiste aquellos libros subrayados que te enseñaron tantas cosas, entre ellas, a intentar ser tú misma.

La he abierto...

Jose Luis Sampedro ha empezado a hablar cuando has pulsado la imagen y mi entorno se ha vuelto diferente, incluso he percibido, en el silencio roto por esa voz melodiosa, el consentimiento del Universo y su conformidad.

-¿Usted que ha sido catedrático de Universidad, subdirector de Banco, escritor afamado y sobre todo profesor, cómo se ve a sí mismo a sus 94 años?- le preguntaba para empezar la entrevista Iñaki Gabilondo.

Un hombre con barba, parecido a esos Gnomos que mi hijo colecciona en libros con portadas multicolor, ha contestado con una serenidad aplastante y una sinceridad arrolladora.

-Veo a un hombre que tenía que ganarse la vida con lo que mejor sabía hacer y que luego, cuando salía de ese trabajo, SUPO VIVIR COMO ERA DEBIDO.

La frase se me ha quedado colgando del alma como una piedra pesada que me ha llevado al mismo fondo del río de mi propia vida. Alguien que reconoce que ha sabido vivir como era debido, he pensado, sintiéndome obligada a parar el video para asimilar la frasecita de marras, que me ha empujado hasta mi blog, pues es pensamiento que debiera ser compartido, cotejado, al menos impresionado.

-¿He sabido vivir realmente?, me he preguntado mirando en un espejo mi vida pasada y la imagen presente reflejo de lo que he hecho o he dejado de hacer.¿ He hecho en cada momento lo que tenía que hacer, o al menos he intentado vivirla de acuerdo a mis pensamientos, a mi manera de pensar y a cómo quería vivirla?.

Seguramente, no...

Sin embargo, no tiene que ser todo tan difícil. No debe ser cuestión de cuántos títulos tengamos colgados en el salón, cuántos muebles llenen nuestra casa o de los aplausos que hayamos querido recibir. No creo que exista un Dios justiciero que nos pida, o nos exija, haber sido perfectos, exitosos, todos igual de genios o de artistas.
Debe ser una cuestión más íntima, que carezca de sentido para otros pero que nos satisfaga a nosotros. Sin estereotipos impuestos o lo que otros esperaban de nosotros mismos.

Claro que, para un consagrado catedrático de la lengua, un catedrático de economía y un hombre afamado por sus libros, es fácil decir lo que acabo de escuchar...

He seguido escuchando, realmente había convencimiento y serenidad en sus palabras.

Confieso que he vivido, nos decía Pablo Neruda. A lo que J. L. Sampedro añadía en su entrevista que se inclinaba a pensar que su vida era como un río que desembocará en el mar. Un día, decía tranquilamente, sin darme cuenta, me sentiré salado, mezclado, parte de un todo que antes intuía y donde ahora navego, porque habré dejado de ser río y estaré en el mar, y seguiré siendo yo...

También me he sentido obligada a parar el vídeo, era otra vez, demasiado para mi.

-¿He sido yo?, se pregunta mi alma, casi siempre atormentada, casi siempre atareada, casi siempre desperdiciada en otros quehaceres que no incluyen lo que sé hacer mejor.

He rebuscado en cajones perdidos en el fondo del armario, buscando algo de valor colgado de sus perchas, alguna joya heredada o un abrigo descolorido y polvoriento pero lleno hasta los bordes en sus bolsillos de algo que merezca la pena guardar.

He encontrado, sin embargo, muchas carpetas y cuadernos de cuadritos llenos de letras escritas con pluma, una caja de folletos de países lejanos, cerros de libros empolvados y un cajón de cartas de amor.

Porque, confieso, Señor Neruda,  que como usted, he escrito, que he perdido más de media vida en escribir. He pasado miles de horas pensando en lo que siento, en lo que pienso y ordenando mis ideas con los dedos de mis manos apoyados sobre el ordenador.

-Te has dejado la otra media, querida, aprendiendo a saber de ti misma. Elaborando tu pensamiento, un pensamiento libre, sincero, alejado de lo impuesto, políticamente incorrecto, ateo o proclive a la herejía en un contexto más general.

-Y cuando ese pensamiento estaba completo,le he aclarado yo misma,  me he empeñado en enseñar a la gente de mi alrededor a pensar por sí misma.

He dado muchas clases, he impartido mucho conocimiento. He sido sincera y entregada a mi profesión y a mi quehacer, eso es verdad. No me ha importado ser una kamicace de la enseñanza y me he lanzado por derroteros que no siempre me han llevado al éxito más rotundo, sino más bien a los límites de la sinrazón.
Pero, he visto esa mirada en muchos ojos. He visto esa llama prendida en las pupilas de quien pretende entender. He asentido con la cabeza a muchas sonrisas de quienes lanzaron al viento sus "gracias" sin hablar.

Por ellos, por salir al mundo sin disfraces, sin razonamientos concretos o ideologías que se abscriben a partidos o a religiones concretas. Por ir desnuda, reconociendo que no sabes nada y de lo que hablas, seguramente no será verdad, me ha merecido la pena perder mi tiempo, desperdiciar mi talento, dejar a un lado aquello que no quería hacer pero daba más dinero.

Quizá también por eso, tenga yo una hipoteca en lugar de una casa, o una ristra de deudas en lugar de una cuenta con muchos ceros en ING...

No todo lo hice tan bien, sin embargo, por eso y por tantos momentos que atesoro en el albúm de mis recuerdos. Por salir al mundo más allá de sus fronteras razonables y sin dinero en el bolsillo. Por lanzarme por caminos que ignoraba llevaran mucho más lejos de lo que yo alcanzaba a imaginar. Por todo ello, siento que he vivido.

 Y he visto a un hombre mirarme desde lejos, mientras segaba su huerto y yo pasaba a toda velocidad en un Jeep, camino del desierto, para encontrarme con esas escaleras al cielo que siempre supe que tenía que ver por mí misma.
He hablado hasta las tantas con una mujer que prometida desde la más tierna infancia, había salido de su mundo de hombres y decisiones pactadas, llegándose hasta el mio, para sentarse en el mismo sillón que yo y contarme sus maravillas. He sabido que hay niñas que viviendo en una casa subterránea de paredes blancas y que duermen en el suelo, también sueñan con ser princesas Disney.

He visto un amanecer en el Desierto, sobre las aguas tranquilas de un mar desde la cubierta de un barco o el anochecer de los colosos de piedra en Abú Simbel. Me he bañado en muchos mares, he cruzado el horizonte de la vieja Europa en un pájaro de acero, más allá de la realidad.

He alquilado un piso en Londres y convivido con personas de otras culturas o nacionalidades. He salido de mi misma, de mi barrio, de mi país y de mi entorno y en lugar de perderme, me he encontrado a mi misma.

Sí, parece que así a grandes rasgos, algo he vivido...

Sin embargo, reconozco, escuchando los lloros de mi hijo arriba, mientras escribo como si se me escapara la vida por las rendijas,  todo  lo vivido, todo lo aprendido. Todo eso que leí y que me convirtió en heroína enamorada, en exploradora, en detective, en artista, en magnate o simplemente en escritora, no tiene comparación con el papel que desempeño ahora, que no es otro que el de madre.

Ningún paisaje en lontananza, ninguna torre inclinada o pirámide semienterrada tiene comparación con la imagen de mi hijo corriendo hacia mí cuando viene del colegio con su carpeta rota llena de dibujos. Nada de lo que creí sentir a través de mis personajes de cuento, es comparable a lo que siento al mirar a través de los barrotes, la sonrisa de la carita dormida y confiada de Danito. Ningún amor que inventé en mis libros, tiene comparación con esa emoción vivida cada vez que veo a mi marido abrir la puerta de la cancela y dejar caer su cuerpo cansado sobre el sillón.

Nada tiene sentido sin alguien, que antes de acostarse, te mira a los ojos y te pide que le dejes ver el mismo paisaje. El mismo que sabe que lo que pasa por tu mente, es lo que más le gustaría llegar a tener, y que por mucho dinero que atesore en sus bolsillos, no podrá tenerlo jamás.

Paradójica mente, así terminaba la entrevista mi Gnomo favorito. "Y después de todo lo aprendido, nada tiene sentido sino el amor".

Yo le doy la razón, no hay nada sobre la faz de la tierra tan valioso como un beso, ni tan eterno como ese amor que te inflama el alma y que llena tus aguas de esperanza, cariño y sobre todo amor a la vida.

Y cuando desemboquemos en el mar, querido Maestro, seremos seres amorosos, seremos parte del todo, seremos, simplemente, lo que hemos sido siempre: amor.











HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...