martes, 22 de marzo de 2011

¿IGUALES?

He leído una entrada de Tío Eugenio sobre la lucha de sexos que me ha recordado reflexiones muy profundas, conclusiones complicadas y probablemente, sinsentidos. Sin embargo, recordando momentos del pasado, situaciones en las que esa guerra es más patente o sensaciones de que realmente no tenemos nada que ver, que igual que graciosas, son también más que reales, no he podido evitar publicar una entrada.

Ojalá al menos, os haga sonreir.

Daniel se había esmerado especialmente en acondicionar su casa para el encuentro, aquella noche en que había quedado con Valentina.

No sólo había limpiado el salón de arriba a abajo, recogido los cd apilados en el suelo, cerca de la cadena de música y limpiado por encima de las estanterías, para eliminar la capa de polvo que llevaba con él desde tiempos inmemoriales.Sino que había quitado de enmedio las revistas porno, cambiado las sábanas de la cama e incluso pasado la fregona por el baño, que aunque se lavaba con él cada vez que se duchaba, presumía que a Valentina no le iba a parecer suficiente.

Valentina por su parte venía dispuesta a todo. Era verdad que casi no conocía a Daniel, pero era bien cierto que todo lo que sabía de él le había gustado.
Era Ingeniero de Caminos, llevaba trabajando mucho tiempo ya, vivía sólo y parecía un hombre medianamente maduro, con ganas de comprometerse incluso, o al menos no huir de las mujeres que olían como ella de lejos lo que estaba buscando.

Con treinta y muchos años, Valentina sabía perfectamente lo que quería. Estaba harta de conocer a hombres para tener que olvidarlos. La llamada de la sangre y el reloj ese biológico que decían las revistas, debía haber sonado pues quería formar un hogar, encontrar de una vez la pareja de su vida y asentarse en un estado más o menos coherente, por lo menos para contestar cuando le preguntaban por su condición o estado civil.

Estaba harta de llegar a casa por las noches después de pasarse la vida trabajando, arreglándose, vistiéndose para gustar a quien sabe quién que podía aparecer por quién sabe dónde.
Daniel no es que fuera el hombre más inteligente, ameno y sobre todo encantador del mundo, pero al menos le había parecido un tipo normal, con gustos normales y con el que poder entablar una buena conversación de más de diez minutos.

Así que se había puesto de tiros largos, se había acercado a la peluquería y se había comprado un conjunto de satén que no estaba mal de precio, por cierto, por si surgía lo que tenía que surgir, porque esta noche parecía la propicia.

Nerviosa, tocó el timbre. Daniel le abrió la puerta y se quedó perplejo. Estaba claro que Valentina se había vestido así por él y así lo debieron decir sus ojos claramente.
Por si Valentina no se había avergonzado suficiente, Daniel lo hizo explícito con sus palabras.
-Vaya, no imaginaba alguien podría cambiar tanto, sólo con pintarse.

Valentina se sintió descubierta, casi ridícula. Si hubiera tenido un dispositivo para desaparecer en ese instante, seguramente se hubiera desmaterializado allí mismo, pareciendo a los ojos de Daniel un espejismo, una visión.
Desgraciadamente no lo tenía y Valentina tuvo que cruzar el umbral de la puerta.

Cuando se había recuperado un poco del bochorno, no puedo evitar mirar a su alrededor. La casa le pareció un horror. Estaba claro que Daniel era un adán y que había intentado con muy poco acierto disimular un poco su condición de hombre que vive solo y se conforma con sobrevivir.
Pero, Valentina ahogó lo que estuvo a punto de salirle por la boca nada más ver que detrás de la puerta, había en el suelo un calcetín sucio, y que sobre el sillón donde se sentó, podía escribirse hasta el nombre.
-Muy acojedor, dijo sin embargo, convencida de que si hería los sentimientos de Daniel, él no podría soportarlo.
A él sin embargo el comentario le pasó desapercibido, ya iba hacia el congelador para traer la bandeja de hielos y ponerle una copa a Valentina.

Ella desconfió enseguida de la estrategia. Estaba claro que Daniel prefería las copas a todo lo demás, y no sólo había traído los hielos chorreando por la alfombra y las copas llenas de polvo, sino que encima tenía un surtido bar que seguramente sería muy importante en su existencia.
Sin embargo se calló, no dijo nada porque no sabía por dónde empezar.

-¿Te ha costado mucho llegar a la casa?. Las mujeres no se orientan muy allá, y claro, no está lo que se dice fácil de encontrar la casa. Me ha extrañado que no me llamaras por el camino, la verdad.

Valentina se sintió atacada. Siempre se había orientado de maravilla y encima era geógrafa por lo mucho que le gustaban los mapas. Por si eso fuera poco, era cartógrafa en su profesión, y eso era lo primero que le había dicho a Daniel, así que el hombre había metido la pata pero hasta el fondo.
Irónica y casi maliciosa no pudo menos que aclarar a su acompañante.
-Pues, sí, lo cierto es que siempre me ha molestado sobremanera la gente que generaliza y sobre todo que incluye en un mismo saco personas de la misma condición sexual. ¡Que ordinariez soltar los mismos tópicos de siempre!. Que si las mujeres somos complicadas en lugar de inteligentes o torpes para orientarnos porque sabemos preguntar a la gente antes de dar veinte vueltas a la manzana como vosotros.

Daniel se quedó atónito y con cara de no entender una palabra, así que Valentina le aclaró:
-Que sí, hombre, que tengo en el coche un GPS.
-Ah, contestó antes de meterse el trago en el coleto.

Valentina empezó a pensar en cómo salir de alli. Ya veía la escena. A Daniel le faltaban segundos para lanzarse sobre ella y besarla en el sillón, y minutos para llevarsela a la cama y fumarse el cigarrillo de después.
No podría soportar luego la famosa frasecita de marras.
-¿Qué tal he estado, nena, yo creo que no ha estado mal...?

Así que empezó a poner excusas.
-¿Dónde está el baño?- preguntó casi al borde de los labios de Daniel, que efectivamente ya iba directo.

Al fondo del pasillo tenía que ser, pensó Valentina en la puerta, viendo que había abierto la puerta del dormitorio y que incluso había dejado los armarios llenos hasta los bordes y a medio cerrar.

Mirándose al espejo Valentina pensó alguna estrategia.
Había sido una estúpida al venir hasta la casa de Daniel, pensando en que realmente iba a ser la noche más romántica de su vida.
Estaba claro que Daniel era un tío, que lejos de pensar en romanticismos o en tonterías como ella, estaba dispuesto a ir al grano y ella le había dado pie.
Pensó en salir por el ventanuco del baño, pero era un séptimo y seguramente el culo no le cabría por el agujero, pensó mirándose, y dándose cuenta de que ni con el vestido negro disimulaba sus posaderas.

Tendría que dar explicaciones, contarle a Daniel que todavía pensaba en Lucas, que no se lo había quitado de la cabeza. Que no la merecía, que realmente quería una relación estable y que estaba en un periodo de transición, que seguramente aquello no la iba a llevar a ninguna parte.
Más o menos así debió explicarle al atónito Daniel todo aquello y algo más, porque en el ascensor, todavía sonrió al recordar la cara de poker que se le había quedado al pobre antes de abrir la boca para decir,
-¡Pero, hay que ver lo complicadas que sois, coño!.

Ya a solas, Daniel cogió el móvil para llamar a Arturo.
-Nada tronco, no ha habido suerte. La tía no ha colado, por cierto, ¿tienes el movil de aquella que conocimos la misma noche, que la llamo, a ver qué pasa?.

En el coche, Valentina miró el suyo. Tenía un mensaje de Mónica preguntándole qué tal había ido la cosa.
Hablaron lo menos veinte minutos de lo ridículos que son los tíos y de la vecina de arriba, que se había hecho una lipo, antes de arrancar el coche. Ambas, no pudieron evitar, acabar muertas de risa.
-Anda hija, ¿y qué le has largado?. ¿El rollo de tu ex, o que no le mereces?.
-Ambas cosas. Me ha parecido que a un Ingeniero, de caminos, nada menos, no era tan fácil de engañar.
-...Y con lo fácil que hubiera sido decirle que no y ya está, ¿verdad?- concluyó Mónica sabiendo que ella hubiera hecho exactamente lo mismo.

martes, 1 de marzo de 2011

PREMIOS




Querido lector, he pasado casi las 24 horas anteriores a estos escritos, gimoteando de emoción. Emoción desbordada y casi exagerada, quizá, por mi avanzado estado ya de gestación, no digo que no.
Quizá también porque, mi querido tío Eugenio ha concedido un premio a mi blog, y eso me llena de inmensa emoción.

No puedo dejar de decir, que si bien a sido así, sin sobornarle ni nada, lo cierto, es que no puedo evitar pensar que algo de trampa sí hice...
Bastó un día en nuestra casa en la sierra, con una comida, para que se acercara a mis escritos. Y si bien ya sabía yo que "al hombre se le conquista por el estómago", es también bien cierto que no hay blog que aguante dos entradas si es que no interesa al espectador, y por muy buenas viandas que le ofrezcas, ni media soporta algo tedioso y empalagoso.

Así que estamos en tablas, y si malas artes utilicé, algo de mérito tienen que tener mis entradas para recibir un premio. Por ello, no puedo estar más feliz de recibir dicho galardon, que no sé si es merecido o no, pero ahí queda.

Dicho galardón me satisface doblemente, pues es a quien pretendía yo darle el premio, Pues no hay blog que últimamente siga más. Así que no hay mayor premio, que quien de tan blancas manos es concedido, y devuelto queda a su destinatario, pues mi ganador es sin duda el Tío Eugenio, y no es peloteo.



En cuanto a la definición que de mi personaje tengo que hacer, para ser merecedora de tan alta distinción, poco he de decir que sea ya consabido por quienes me siguen más o menos fervorosamente.

Conocida hasta la saciedad por mis conocidos y demasiado desconocida para quienes se acercan a mis escritos, pecaría de ingénua al pensar, que mi verdadera esencia y personalidad, esa que a mi me está vetada, no se trasluce en lo que escribo, por mucho que sepamos los escribanos, que el personaje de autor debería quedar en la sombra y no dejar translucir ni un ápice de sus demonios o sus encantos, que para eso es contador de historias y no de sus propias conclusiones.

Sin embargo, empachada de orgullo, con la oportunidad que me ofrece el premio de explayarme un poco, no puedo menos que añadir unas cuantas pinceladas a un cuadro que seguramente, no volveré a pintar.
Al menos con los mismos trazos, pues el tiempo, ya se encargará de empolvar o guardar, quizá para torturarnos con su deterioro.

Cuarentona, soñadora, escritora, arqueóloga y madre por añadidura de una criatura que se dedica a romper puertas de jardín con un patinete, mientras otra crece en su seno, me defino siempre como personaje audaz, en los tiempos que corren, capaz de vivir de las más absurdas inutilidades, que me llenan hasta el mismo borde.

Porque vivo de la fantasía que constantemente creo en mi cabeza. Vivo de leer sin medida o de escribir sin tregua aunque las croquetas se estén quemando en el fuego. Me alimento de una tarde jugando con un niño de cinco años. De la ilusión de volver a tirarte por un tobogán sin recordar que tienes una lesión de espalda y no deberías correr aventuras innecesarias.
Bebo de los recuerdos, de los personajes que fui y ya no soy. Respiro, pensando que de aprender de otros, de tener nuevas experiencias, cerca o lejos de casa, está conformado lo que sé y lo que soy, que no vale ni para que en el curriculum valoren tu esencia o te concedan un escritorio, un ordenador y un pobre sueldo, con el que pagar las facturas que se acumulan sin abrir, y algunas sin pagar, en la entradita de casa.

En el mundo real soy personaje inútil, un poco fracasado y sobre todo ingénuo, que sigue pensando que de pedazos de sueños, de recortes de historias y de saber extinguido y enterrado en un yacimiento olvidado en la cima de la montaña, se puede fabricar un personaje que deja una huella en los corazones de quien se acercan a su soledad.
Porque soy soledad coloreada. Ingénua presencia en un mundo que no acepta a los mercaderes de sueños. Escritora que deja apilados sus escritos en el fondo de un armario que no se atreve a abrir. Arquéologa de la ironía de saber que nada es en el fondo tan verdad como el momento que vivimos, que sentimos, que experimentamos en cada instante y que mañana olvidaremos, simplemente ya no será.

Reina sin embargo de Imaginaria soy en mis escritos. Hada buena que gobierna un mundo transparente y lleno de magia que me gustaría entregar a mis hijos como legado cuando ya no esté aquí, cuando crezcan y comprendan que de otros paisajes, también pueden sacarse las más bellas conclusiones.

Poco más...

HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...