jueves, 3 de julio de 2014

Acabar con el tiempo de silencio...

Llevo mucho tiempo sin escribir.

Llevo mucho tiempo callada, sin nada publicado, sin nada que hiciera ver que algo merece trascender los muros de mi casa y alcanzar el ciberespacio. Esa inmensa ventana coloreada que llega de un confín al otro de nuestro mundo, tan sólo por pulsar unas teclas y darle al Intro. Tan sólo por darle a un botón.

A veces da un poco de vértigo.
-¿Quién andará por los vericuetos de mi ciberespacio para fisgar en mi intimidad?. ¿Qué ser humano se acercará a mis letras y sacará sus propias conclusiones, mientras se instala en este monólogo sordo, que no escuchará los pensamientos de mis interlocutores, pues ellos, raramente, se deciden a contestar?.

Otras, sin embargo, me acerco a la intuición de un terrible vacío, un enorme silencio. La sinrazón de un mensaje que nadie escucha y que nadie leerá, como no leían mis hermanos mis diarios cuando los dejaba tirados por casa, con la infantil esperanza, no de guardar mis secretos más íntimos, sino más bien, de verlos publicados en primera página en el mazacine de mi realidad.

Eso me entristece profundamente. Entre el abismo de saberme descubierta y la certeza de un silencio absoluto, abogo por la necesidad de ser vista, reconocida, por mucho que me disfrace con gafas oscuras, pañuelo negro y camine cabizbaja, temerosa de descubrir que en el fondo, ya no queda nada de esa Greta Garbo que fui.

Soy en el fondo una exhibicionista. Soy una de esas reinonas del colorín que no se conforma con un reportaje en las páginas interiores. Una que vendería su alma al Diablo para que le publicaran un escándalo en primera página.

Se lo grito al Universo, para que en su eco, me devuelva multiplicado mi alarido, como clamor de auxilio que debí haber dado hace tiempo, y sin embargo no fui capaz..

-¡Universo, cuéntale al mundo que existo!. ¡Cuéntale que todo esto que vivo y que aprendo, trasciende mi propia realidad para alcanzar su sitio en la eternidad!.

El Universo no me responde. Quizá se quede perplejo ante el laberinto de palabras que quedan impresas en el espacio cibernético que llaman nube, encerrado en mi ordenador. Creo que no entiende de lenguaje literario, ni de metáforas o aliteraciones.

Dicen los que saben, de los que he leído mucho últimamente, que el Universo tan sólo entiende de palabras simples, de deseos que nacen del corazón. Entiende de longitudes de onda que se expanden sin explicaciones, sin muchas letras que completen un mensaje que se pierde como las ondas del río cuando mi hijo tira una piedra a la superficie del agua y se empeña en que rebote al menos una vez.

Mi mensaje llega amortiguado con las olas, se pierde entre las letras de mi ordenador. Se imprime con letras que enmascaran mis deseos y confunden al lector asustado por la profundidad de mis adentros.

Y el Universo no sabe entender más que de mi malestar, de mi angustia gritada, de mis letras esparcidas por un montón de post que publico sin orden o concierto en el blog de mis tiempos de silencio.

-Aclárate, me dijo una vez un alma caritativa, que al acercarse a mis conclusiones, decía que no se puede desear ser alpinista y no saber siquiera lo que es un piolet. Que determinados sueños invalidan otros y que sin saber qué es realmente lo que se quiere, no se puede ir a Lourdes de rodillas o ponerse en manos del bueno de San Antonio si es que no tienes intención de encontrar eso que creías perdido y que no recuerdas ni lo que es.

Era él experto en conclusiones y no en sensaciones, como lo es la que suscribe estas letras, y claro, como tal, más proclive a recoger lo que había sembrado y hacer de su cosecha una mina de oro.

Yo, aficionada a otro tipo de menesteres, viviendo mucho menos en el mundo material, soy en mi nube, la dueña de una floristería que ofrece miles de deseos, intenciones y sobre todo de disculpas.
Hago birguerías con las flores que cultivo en mi huerto. Las elijo como nadie para hacer ese ramo que cualquier novia quisiera tener.
Llevan mensajes variados: "lo siento, no se volverá a repetir". "He querido que entiendas mi mensaje con un puñado de flores". O un "te quiero", de esos que los humanos a veces tememos pronunciar y nos faltan las palabras.

Pero, siento que ese ramo, pocas veces llega a su destino, que pocas veces ocupa el lugar que yo quisiera.
Quiero imaginarlo en el centro de una mesa al lado de un gran ventanal, desde el que se ve el barrio y muchas casas a su alrededor. Desde donde una mujer pueda salir al balcón, y pueda verlo encima de la mesa, pintando de colores su horizonte. Desde donde unos niños curiosos, asomen su naricilla al cristal, desde la calle, a ver las margaritas abiertas, los capullos sonrosados, los lirios y las rosas en todo su esplendor.

Sospecho que la belleza de mi ramo se quedará dentro del envoltorio, escondido entre los demás ramos, que ni siquiera los más románticos se permiten enviar. Y me conformo en preguntarle al Universo dónde quedaron mis margaritas, mis palabras, donde quedó ese puñado de sensaciones que quise arrancarme del alma y dejar escritas entre las flores que elegí de mi jardín.

Nunca hay respuesta. El Universo es parco en palabras, con quienes, quizá, no le permitamos hablar.

Ante el malestar de mi propio fracaso, ante la evidencia de mis escritos malogrados, me instalo en este tiempo de silencio que me ha ocupado casi dos años de mi vida.

Pero, no ha sido sólo eso. Un escritor siente que el suelo se rompe bajo sus pies cuando no se apoya en palabras, cuando no camina entre letras.
Le falta el aire vacío de frases y se ahoga en el día a día cuando no tiene sus manguitos mágicos y se entretiene con su diario un rato cada día.

Se muere con los miembros atados, a no ser que viva algo con gran intensidad.

Compruebo, que mi buen amigo Terenci Moix tenía razón también en reparar, que son los tiempos de silencio en la escritura los más fructíferos que tiene el escritor en la realidad. Es, precisamente,  cuando acontecen muchas cosas, cuando las letras se vuelven vagas, se camuflan en la arena, y olvida el escriba sus bártulos al final de su baúl, creyendo éstos que quizá no volverán a ver la luz.
Afortunadamente, nada de eso ocurre. El alma inquieta, el escriba agotado, vuelve a sus herramientas cuando acaba el devenir de la existencia, el trajín de los acontecimientos o los romances más pasionales. Ahogado en la evidencia de su pasado inmediato, con el alma a rebosar de sensaciones que quedaron encerradas bajo llave, corre a beber en las mismas fuentes de siempre y vuelve a zambullirse en esos vocablos que no llegó a escribir. Buscando, sin duda, que esos vocablos justifiquen el tiempo de espera, el irresponsable pasar de los días que hemos dejado sin impronta, sin un mensaje que dejarle al Tiempo.

Confieso con Neruda, querido lector, que he vivido mucho en este tiempo, y que en ese devenir de acontecimientos, ha quedado poco espacio para las letras, para los deseos que no se lleva el viento.

-O vives o escribes, no hay término medio, que diría el autor de No me digas que fue un sueño.

¡Qué razón tenía el maestro!, pienso recordando que no me ha quedado un resquicio de tiempo en el día a día, para pararme a reflexionar.

Lo tengo ahora, o lo busco entre la maleza de la rutina. Lo rescato de lo irracional, para dejar una instantánea de mi personaje actual. Personaje que vive, que aprende, que llora y se queja al Universo, cuando las cosas no salen como estaba escrito en el guión de lo vivido. Personaje que se pregunta qué esperaba el alma, para no salirse de la cuadrícula de su rutinario y sosegado vagar.

Escribo también para entender, para salir del silencio prolongado, de quedarme absorta en esos anuncios que parecen hacer olvidar que la película que estamos viendo, era lo interesante de verdad. que era precisamente por verla, por lo que robamos al sueño una noche sentada delante del televisor.

Escribo para dar forma a esta película que protagonizo ahora y no consigo entender, por mucho que la viva en primera persona y sea la realidad de mis días y noches, alejada como estoy de lo que comprendía hasta antes de ayer.

Escribo para terminar este tiempo de silencio, en el que se interrumpió ese monólogo que protagonizo yo...




HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...