Steven (Jim Carrey) vive de la mentira, entendido en sentido estricto, no sólo en lo referente al contenido habitual de la expresión, esto es, engañándose a sí mismo, sino que de profesión es embustero. O dicho de otro modo, estafador. Pero además, este en apariencia exitoso hombre de negocios y padre de familia modélico, esconde un par de secretillos. Uno, su angustia vital. Dos, que es homosexual y le es infiel a su esposa. La cosa se complica cuando, detenido por su última fechoría, Steven se enamora en prisión de su compañero de celda, el susodicho Phillip Morris (Ewan McGregor), pasión que ambos trasladarán al exterior de la cárcel cuando sus condenas vencen.John Requa y Glenn Ficarra, otrora irreverentes guionistas de Bad Santa que debutan en la dirección, diseñan con I love you Phillip Morris una comedia indefinida e imperfecta, de tonos cambiantes, de baches melodramáticos, de risas intermitentes y de carcajadas escasas. Por un lado, el la línea de Apatow o Wes Anderson, intentan dotar su hilarante historia de un aire de tragicomedia cuasi existencial que invite a la reflexión o que pretenda vender una lectura seria, mientras que por otro alardea de vulgaridad, de chistes fáciles, de bromas más bien tontas y, lo peor de todo, de una obsesiva fijación por revolcarse en todos y cada uno de los tópicos y estereotipos del mundo gay: la frivolidad, la promiscuidad, el gusto por el escándalo y las estéticas y los comportamientos asociados a ello.
Vodevil tan absurdo como lleno de altibajos, amigo de la provocación gratuita y del escándalo facilón y fallido en el aspecto dramático, despierta un puñado de sonrisas y un par de carcajadas, pero no pasa de ser un entretenimiento que, según los gustos, irá de la bobada extrema a la broma apreciable.
Fuente: cinissimo.com