martes, 19 de octubre de 2010

La banda sonora de mi vida.

"Thanks for coming tonight. After 25 years, you have been part of our lifes and, as the same way, we have been part of your lifes too..."(Morten Harket, a-ha)

Parte de mi vida. Con esas palabras bien pudiera resumir yo muchas sensaciones vividas, mucho tiempo acumulado en los desvanes de la memoria, que desempolvaron unas notas musicales, de un montón de cajas olvidadas en el más recóndito silencio.

Las creí perdidas, pero no lo estaban. El eco de sus voces se sumó a la melodía, el otro jueves, cuando por caprichos del destino y casualidades de la Fortuna, cumplí uno de esos sueños imposibles que ya crees irrealizables y sin embargo el Universo se empeña en regalarte, quién sabe por qué.

No le he preguntado al Universo por qué se empeña tanto últimamente en que yo recuerde. Por qué cada cosa que va pasando me recuerda un pedazo de lo que fui, de lo que viví, de lo que ya parece olvidado y sin embargo sigue formando parte de un todo, como esa melodía que sigo recordando y canturreando por las esquinas, y que nada más escuchar sus primeras estrofas, me lleva de la mano al pasado: me sienta delante del espejo.

Pasado. Tengo la sensación de que el Pasado me manda mensajes desde otra dimensión que se solapa con la nuestra. El otro día en forma de concierto, desde el escenario montado para la ocasión, para celebrar los 25 años pasados, los éxitos de un grupo de los ochenta. También para los cuarentones que asistíamos, para recordarnos los mejores años de nuestra vida.
Era mi grupo de música, los A-ha (grupo que sólo los que me conocen, recuerdan perfectamente, ya me he encargado yo, pero seguro que vosotros recordáis vagamente) los que habían venido a España a dar un concierto para despedirse. Una recopilación de sus éxitos, un canto contínuo y cargado de experiencias de vida que bien se parecen a las mías mismas.

¡No podía creerlo ya a estas alturas de mi madurez, sobre todo cuando siquiera sabía que seguían por ahí haciendo nuevos temas!.

En el colmo del delirio, debimos, mi amiga Mayta y yo, comprar las primeras entradas para verlos por fin. Y en los límites de la realidad, voceando y bailando a tres metros de mi cantante favorito, yo volví a reconciliarme con mi mundo.

Porque hay veces que todo parece merecer la pena, que todo adquiere sentido y que incluso tocamos con la yema de los dedos esa superficie transparente y endeble que separa el pasado del presente y nos miramos en el espejo.

Somos los mismos, por mucho que entonces fuéramos en vaqueros y con la carpeta llena de fotos de nuestros ídolos y ahora llevemos el bolso lleno de bártulos para el niño. Por mucho que ahora pensemos en la hipoteca y llegar a fin de mes y antes gastáramos la paga en un disco de moda o en unos zapatos de tacón. Por mucho que ahora estemos pendiente del móvil y no de las notas en el tablón de anuncios, por mucho que soñemos con que nos toque la lotería en lugar de gustarle al hombre de tus sueños.

No lo parecemos, claro. Sólo por los de A-ha no ha pasado el tiempo, pues viéndolos en pantalla grande parecen los mismos chicuelos que estaban tan buenos, como entonces. Nosotras, sin embargo, si somos ya señoras casadas, con hijos y con problemas llenándonos la cabeza, que no el alma.
Pero, por un momento, olvidando el dolor de juanetes y el clavo en la espalda, podíamos llegar a pensar que éramos aún las mismas...Mujeres maduras pero con los mismos sueños.

Y esta mujer madura va a contaros hoy un secreto.
A veces he lanzado señales a las estrellas. En el silencio de la noche más triste o después de un día mágico donde parecían encajar todas las piezas de ese puzzle que me empeño en construír, cuando la euforia no me dejaba dormir, me he asomado al balcón a mirar el cielo estrellado, esperando que alguien pudiera escuchar el eco de mis voces.

Eran a veces llantos ahogados en la lluvia, anhelos callados por la búsqueda de horizontes lejanos donde olvidar lo que fui y tratar de encontrar mi propio camino. Otras, lamentos por dolorosos amores que no supieron entenderme y otros tantos que se ahogaron sin que yo entendiera muy bién cómo había estado perdiendo a esa persona. El devenir de las cosas, el pensar que el sol siempre acaba por salir en la Televisión y a veces en la vida no parece que luzca gran cosa.
Casi siempre gritar mis ansias por vivir la vida peligrosamente sin pensar mucho en consecuencias o ahogar un grito entre mentiras para no saber si realmente me asustaba algo que estaba por llegar.

Otras muchas veces, me empeñaba en contar lo que estaba viviendo. Compartir mi vida vivida entre libros que siempre tenían una música de fondo mientras los estudiaba. Ilusiones de un mundo diferente que por las calles de Londres imaginé, pensando que a la vuelta de la esquina el cantante de A-ha se toparía de narices conmigo como si hubiera salido del comic donde estaba encerrado tan sólo para verme.
Sueños que imaginamos en grupo, las amigas viendo videos musicales, cuando había que explicarles a muchos qué era eso de los videos musicales si no salían en la tele.
Amores que imaginé y se hicieron reales siempre con la mísma música de fondo.
Amistades que aguantaron el paso del tiempo, que incluso me acompañaron a un concierto 25 años después. Convivencias que no aguantaron mi desorden, mis berridos repetidos o las mismas canciones una y otra vez.

Sin embargo, con los pies doloridos y el corazón lleno de alegría, el otro día descubrí que la magia, efectivamente, existe. De alguna manera, alguien estaba escuchando todo eso que yo me empeñaba en compartir con el Universo. Se hacía eco de mis pensamientos, traducía a melodía algo que yo era incapaz de unificar o proclamar. Escribía en renglones pequeños, con rima, con ritmo y con una belleza capaz de conmover a muchas almas, parte de aquellos mensajes que yo enviaba a las estrellas y ellas repetían a otras almas más sensibles que las mías.

El último disco fue el resumen de mi vida misma.
Volver al pie de la montaña, precisamente donde vivo ahora y de la forma que he querido vivir. No fue, sin embargo, la única vez. Recordaba que, cada vez que salía otro disco, las lágrimas inhundaban mi rostro. ¿Cómo era posible esa suerte de magia que transladaba a otro idioma, otro universo, a melodías que entendía sin apenas comprender las palabras y sin embargo, me llegaban tan hondo como para conmover profundamente mi espíritu?.
No lo he entendido nunca pero tampoco me ha importado. Esa voz dulce y grave a la vez, traía esas historias que ya había vivido, había querido olvidar o acaparar en mi corazón para siempre: para no perderlas jamás.

Gracias a esas melodías no morirían del todo mis experiencias, pues cada vez que volvían a sonar en mi equipo de música, yo recordaba todo eso: esos ojos oscuros y tristes, esos paseos por las calles de Londres, esas noches en la residencia, hasta las tantas y compartiendo risas y experiencias con compañeras que quizá no volvieras a ver más. Un amor imposible, una experiencia demasiado fuerte para una joven adolescente. Volver a la realidad una y mil veces después de haber estado fuera de ella. Una carrera universitaria, cientos de libros subrayados, miles de cuentos que empezaban y no acababan por ver su final. Un compromiso que acabó en silencio. Yacimientos que quedaron por descubrir y que enterré en las arenas de mi memoria. Escritos que no conservo porque acabé rompiendo, ilusiones que un día se hicieron realidad. Amistades que sólo se entendieron después de compartir muchos secretos, muchos momentos de encuentro, mucho miedo en voz alta y también miles de buenos momentos. Pero, sobre todo, el sueño imposible de pasear por las áridas tierras de un desierto cuyo horizonte recortado con las tres pirámides, lo recorrería de la mano de ese hombre que acompañara mi soledad.

Siempre con esa banda sonora de fondo. La música que realmente me ha llenado el corazón y el alma. Capaz de hilvanar mis recuerdos uno tras otro en el tapiz de mi vida, en ese que voy tejiendo cada día sin darme cuenta y que me ha convertido en lo que soy, esa que quiera que viera mi hijo cada vez que me mira con sus ojos color miel.

Gracias A-HA, gracias por darme tanto y por formar parte de mi vida como yo formo parte de la vuestra. No hay duda que el Universo sabe muy bien lo que hace y consigue juntar a las almas que se comunican con las mismas palabras, en la misma longitud de onda, como dirían los científicos.

El jueves, en Vistalegre, un puñado de almas semejantes entonamos la misma canción, y yo fui una de las afortunadas en compartir ese momento mágico. Recordé, entre esas notas conocidas que he cantado mil veces, lo que fui y lo que soy, lo que quise y lo que quiero.
Pero, sobre todo, descubrí que aunque a veces nos sentimos tan especiales, tan diferentes o tan sólos, en realidad no lo estamos. A veces es cuestión de mirar a nuestro alrededor y otras muchas, tan sólo se trata de escuchar.

AZARIA, Noviembre de 2010 para todas esas almas, especialmente, la de mi amiga Mayta.

HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...