viernes, 31 de julio de 2009

JUSTINE

Hace un tiempo, cuando todavía era joven y una leía lo primero que llegaba a sus manos, un buen amigo me recomendó un libro polémico donde los haya. De esos que se leen en el metro forrados para que nadie vea lo pervertida que eres. Y que no es precisamente bueno, literariamente hablando, pero de esos de los que por la crudeza de su argumento y su verdad escondida, se acaba aprendiendo algo. Me estoy refiriendo al Elogio de la Virtud del Marqués de Sade, familiarmente conocido como Justine.

En estos días difíciles, de crisis económica, en el que el trabajo es un bien preciado, poder pagar las facturas una bendición y llegar limpio a fin de mes un bien escaso que sólo pasa en las mejores familias, y ni en esas a veces, me he acordado mucho de la pobre Justine.

Justine era una mujer virtuosa cuyos únicos defectos, si es que a esos se le puede llamar defectos, eran la decencia, la inocencia y un poco la bondad también. Cosas que cualquier hijo de vecino pudiera pensar que son cosas muy buenas, raras y sobre todo, poco frecuentes. Y hay quien incluso la calificaría de santa, digna de mención en un libro e incluso en una novela para contar las bondades y excelencias de tan preciadas virtudes.

El marqués de Sade así lo creyó y una novela entera le dedicó a la muchacha. Porque su historia bien lo merecía. Pues era sin embargo, una historia terrible, llena de escarnios, violaciones, infortunios y penurias, que acabaron con la pobre mujer muy pronto, no sin dejarle el amargo sabor al lector de la certeza de que, no se puede ser en la vida tan buena persona.

Y es que de todo le pasaba fuera donde fuera. Convirtiendo su existencia en una retahíla de desgracias, de barbaridades e incluso de cosas que no deberían ser contadas, que la convirtieron en una perdida,en una mujer de mala vida, o en una desgraciada.
Justine, lejos de considerarla el tiempo y la historia como una mujer virtuosa, más bien ha pasado como la protagonista de una peli porno de su época, pero en papel y tinta.
Tiene bemoles la vida, sí. Que la mayoría de las veces te hace pasar por meretriz siendo la mujer del César, o por justamente lo que no eres, a fuerza de ser precisamente lo contrario.

Pero, no era de apariencias de lo que quería hablar hoy. Más bien de lo injusto que es el Destino, los hombres y la vida en sí con aquellos que cumplen y que se dejan la piel en el intento.
Qué verdad me parecen ahora esas frases consabidas que escuchamos a nuestros mayores. Frases como que siempre se van antes los buenos, o que más que bueno pareces tonto. O que siempre se sientan en la silla japonesa los malos y son los buenos quienes tiran del carro.

Después de muchos desvelos es siempre el que se encarga de algo el que mete la pata. Siempre el que más trabaja es al que primero echan de su puesto, en lugar de premiarle, o el que más entrega, el pringado de una pareja, al que se lo dan todo en el mismo lado, y normalmente, el que al final abandonan.

Y yo me pregunto: ¿Es que la vida está hecha para los malos?.¿Es que siempre triunfan los mezquinos, los que buscan sus estrategias para hallar su interés, los que maquinan planes para llegar a sus fines, los que dosifican sus esfuerzos para hundir a los más débiles llegado el momento?. ¿Es que los que van con el alma al aire no saben cómo son las reglas del juego, dónde hay que apostar y cómo o lo que tienen que hacer cuando las circunstancias lo propician ?.

Supongo que es así, que los buenos son tontos o por lo menos lo parecen. Los buenos se van primero porque no sobreviven, porque la selección natural no va con ellos. No son ellos los más fuertes, los más resistentes, los que la naturaleza diferencia para mejorar la especie.

Y no sé de qué me extraño. Es verdad que siempre pedimos que se esfuerce al que más trabaja, pedimos los favores a los mismos y les echamos en cara los fracasos a aquellos que saben escuchar. No es la bondad, la inocencia o la virtud lo que más aprecia el ser humano. Es más bien el salirte con la tuya lo que más queremos todos, pasando por encima de quienes parecen rezagados, quienes menos interesados están en si mismos.

Luego nos extrañamos que hagan los demás eso con nosotros. Cuando esperábamos que nos hicieran fijos en un trabajo porque hemos dado el callo hasta lo irracional, te llaman desde lo más alto. El jefe va y te dice que lo siente mucho pero que tú eras el eslavón más débil y al que primero tiene que echar. Y que no es porque no hayas sido trabajador, sino por tu actitud sumisa, que va de un sitio a otro y no se centra, o que no puede con todo y eres incapaz de delegar.

Cuando replicas que trabajas doce horas diarias cuando no te quedas toda la noche sin dormir. Cuando dices que nadie sabe hacer lo que tú haces y te llaman a tu teléfono de casa incluso cuando estás de vacaciones, resulta que van y te dicen que no se puede ser tan imprescindible en un trabajo, que todos somos iguales y que no te las des con tantas ínfulas que aquí trabajamos todos hasta las tantas y no hay ni mejores ni peores.

No me hagáis mucho caso, supongo que hoy no soy persona racional y comedida. He tenido que vivir esto mismo muy de cerca, y por eso estoy un poco desquiciada.
Se me han pasado por la cabeza algunas ideas sobre dejar caer los detergentes para lavadora del supermercado sobre alguna que otra cabezota de algún listo, para abrirsela de lado a lado. Ya comprobé hace tiempo que vengarse de algún indeseable con los botes de Cola cao, como mucho, mucho, conseguía abrir una brecha.

Siento indignación y rabia, con una mezcla de resignación cristiana, al comprender que no se puede ser bueno o virtuoso. Que de Justines está el mundo lleno. Y que no es rentable ser lo que eres, ni aparentar lo que pareces. Sobre todo cuando tus sentimientos son buenos, tus deseos justos o tu labor demasiado para los demás.

Más vale aprender un poco de malicia desde niños, me decía el otro día una señora en el parque, cuando la pillé recomendando a su hijo, que si el niño del columpio le empujaba, que le empujara él más fuerte.

En una selva como la que vivimos, señores, no hay mejor enseñanza que aprender de los fuertes y exitosos, los que están en lo más alto, que no son nunca, o casi nunca, ni de lejos los mejores...
Es una verdadera pena.

HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...