miércoles, 1 de diciembre de 2010

EL VERDADERO SENTIDO DE LA NAVIDAD.

-¡Cariño, trae el calendario, que vamos a organizarnos para las fiestas!.

Solícita y tratando que mi hijo se coma el yogur de plátano y las galletas, mientras está hipnotizado delante de los anuncios de la tele, llenos de juguetes que también quiere, le alargo el calendario engrasado de la cocina, que apenas sostiene ya su última página.

Mi marido se queda mirandolo con interés, a mitad de camino entre el escepticismo y la pereza, pues este año además no hay muchas fiestas, pues la Navidad y el Año nuevo caen en sábado.

-Bueno, ya he quedado con mi madre para celebrar la Nochevieja y luego el Año nuevo al día siguiente. Con mis primos para tomar las uvas y con mis hermanos para que vengan el día de Reyes a casa con los regalos para el niño. Así que tachamos ya el finde del 31 y el día de Reyes.
Teniendo en cuenta que en Nochebuena y Navidad iremos con tu familia y que ese finde también está ocupado, que tengo la cena de empresa el viernes 17 y quiero que me acompañes, y dejamos al niño con la abuela también el fin de semana, para ir a comprar los regalos de navidad y reyes y los de los primos, también ese fin de semana lo tenemos hasta arriba.
Y si contamos también que el día 12 es el cumple del niño, y entre celebrarlo con la abuela en Madrid, con los amiguitos en casa, con los abuelos en el Escorial y con nosotros en la Warner, por lo menos desde el viernes al domingo estamos hasta arriba de eventos.

Yo empiezo ya a marearme, porque pienso que no ha contado con la reunión con los vecinos, con quedar con mis amigas o con salir con los niños a que vean las luces que ya quedé hace meses con mi amiga Mar y sus hijos. Que vendrá de Barcelona un amigo de la infancia y también quedaremos con él y que también queda pendiente que invite a sus antiguos compañeros de trabajo a una chuletada en casa y a una comida a su amigo de la infancia y su hijo.

¡¡Vamos que para quedar bien con todos, y para que haya días suficientes, supongo que las navidades debían haber empezado hace lo menos un mes!.
Porque si a eso le sumas la compra de regalitos, las compras navideñas de turrón, buenas viandas, prepararlas con tiempo en la cocina, sóla, claro. El ir a Madrid a llevarle la carta a Papá Noel, a la chocolatada en el pueblo, a ir a Segovia a ver el belén que monta la diputación y a Cortilandia y a la Plaza Mayor a comprar la figurita de todos los años, seguramente algo se quedará en el tintero, porque la cabalgata de Reyes este año, seguro que tiene que ser, que todos los demás, dejamos al niño con las ganas.

-¡Ah, y no te he contado que vienen mis primos de Valladolid y que quieren celebrar una cena para conocernos mejor!. Que ni siquiera los conoces, amor...Les quería invitar a casa, y hacer cualquier cosita, no te preocupes, que con unas buenas chuletas y unos langostinos, estamos ya listos.

¡¡Claro, claro, con unos langostinos, estamos listos!!. Y con unas chuletitas de cordero, y con un besugo para tu madre, y con un coctel de mariscos para los vecinos, y turrones, polvorones, mazapanes...Y champán del caro y licorcitos para después, y bombones y una buena hucha para comprar un comprón en Carrefour. Que esa es otra, otra fecha tachada en el calendario, pues para ir alli y comprar todo lo que hace falta en Navidad, sólo para comer, sin contar con los regalos, hay que preparar un buen tiempo y sobre todo un buen dinero.
...y señores, les recuerdo que estamos en crisis. En crisis.

Me derrumbo al recordar que no estoy contando con los regalitos para los primos, para los abuelos, que este año ni idea de qué querrán, para el niño, que quiere todo el catálogo y para mi marido, que el pobre nunca saca nada especial de la navidad, pues eso, que entre el dinero que va a costar y el esfuerzo de cumplir todos los compromisos, pues eso, que no habrá tiempo, ni seguramente, dinero...

-¡Y pensar que me da una pereza todo, cariño. Que ya estoy deseando que se pasen las fiestas y sea ya enero, porque es que encima tengo que trabajar...!

Tiene razón, todo es absurdo. De locos. No tiene sentido tanta celebración, tanto ajetreo, tanto ir de un lado a otro para cumplir con todos, para cumplir con la Navidad.
Y entre la estupidez humana, los compromisos y los niños, se pasa la navidad sin apenas reparar qué significa o debería significar este periodo que todos los años gastamos demasiado, comemos demasiado, bebemos demasiado y nos cansamos demasiado.

Quería reflexionar sobre eso hoy, y realmente no sé muy bien por dónde empezar.

Se me ocurre así para empezar que el verdadero sentido de la Navidad es conseguir que algún sueño se nos convierta en realidad.
Supongo que, a estas alturas de la vida, será que te toque la lotería de Navidad, para poder pagar la hipoteca, los créditos, las deudas y los regalos de navidad, al menos. Que materialista, desde luego...
También podría ser que nuestros hijos recuperen la ilusión, las ganas de soñar, en pensar en que la magia existe, que todo al final es posible. ¡Como si alguna vez ellos lo hubieran perdido!, concluyo pensando que es otra estupidez.

Para unir a los mayores, para que la gente se olvide de los rencores, de la rivalidad, de los malos rollos y se cree un espacio de confianza, de tregua, de amor y concordia entre todos simplemente porque es Navidad.
Tampoco debe ser eso, pienso mientras recuerdo con horror las reuniones familiares.

Las cenitas embutida en un trajecito de esos que ya te estalla porque has cogido un par de kilitos. Por cierto que tu querida hermana se encarga en recordarte, porque ella es así.
Los niños montando el pollo tirando por la mesa el pudding de pescado con salmón que está malísimo y la primita, untando en el traje nuevo el canapé de foi gras a tu hijo, mientras el otro la tira del pelo y coge una perra que para qué contar.
Tu padre ejerciendo de patriarca mientras enumera los vinos que atesora en la bodega y tus hermanos dicen que no valen nada, comparados con los que tomaron en la cena de empresa el año pasado.
Tú trayendo y llevando las bandejas para todo el mundo, mientras tu madre recoge los mil y un platitos, copitas y cubiertitos de plata pringados de grasa de cordero que no salen ni con el bote entero de fairi.

Todo con prisa para hacer la entrega de regalos, que por cierto, no les gustan a nadie y que acabaremos cambiando, cuanto antes, que luego como empiezan las rebajas, no hay quien vaya a los centros comerciales. Las fotitos que está haciendo tu marido, para que al menos quede un testimonio gráfico de la familia entera con sonrisa profidén, para recordar el año que viene, lo felices que fuimos.

En fín, un horror que no tiene fin, que lejos de recordarte lo bonito que es todo en Navidad, no haces más que desear meterte en el coche y quitarte esos malditos zapatos de charol que te hacen polvo en el ojo de gallo.

Vamos, que el verdadero sentido de la navidad, no puede ser eso tampoco.

Ni eso, ni gastar por encima de posibilidades, tratar de demostrar a nuestros hijos que les damos lo que piden porque ellos lo merecen, sabiendo que habrá que pagarlo a plazos porque es demasiado.

No sé, después de tanta línea, no encuentro ese verdadero sentido.

Cantar en el árbol canciones de siempre. Esos villancicos que cantábamos de niños que incluso conocen ahora nuestros hijos. Poner el belén, las figuritas, y contar a nuestros hijos historias sobre un niño que vino al mundo a salvar las almas de quienes llenos de pecados no podían entrar en el reino de los cielos.
Ir a misa de Gallo o dar dinero a los niños pobres, ingresando un tanto en una ONG o en el cepillo de la parroquia.
Ni siquiera eso me convence, a estas alturas de la película.

No, definitivamente, no veo yo hoy en día ese verdadero sentido de la Navidad, ni en anuncios de la tele, por mucho que te entren ganas de llorar, porque llega el turrón por Navidad, ni en las luces de colores, ni en los belenes organizados, ni en el Papá Noel disfrazado que recoge cartas ni en los mil compromisos que ya ha generado la Navidad y eso que ni siquiera ha empezado.

Con el alma en los pies y el corazón encogido, reconozco que he perdido ese espíritu que antes me invitaba en creer en lo increíble o en olvidar todo lo malo en Navidad.
En pensar que todo al final merece la pena y que por la sonrisa plateada de mi hijo, hasta arriba de nieve en espuma y con churretes de chocolate en el pijama, tiene sentido hasta el vestido de terciopelo desempolvado que seguro que este año, con tanto turrón desde noviembre, no me sirve ya.
Quizá por una vez, empiezo a encontrar un sentido.

Por su carita de ilusión, tiene sentido el derroche, el cansancio, la estupidez humana, la hipocresía en las reuniones con sonrisa de anuncio. Tiene sentido estar en una cola para comerse un bocata de calamares, que cada vez saben más a chicle.
La sonrisa de un niño, el regalo escondido debajo de la cama que aparece por casualidad, una noche de emoción porque Papa Noel caerá por la chimenea con un saco lleno de regalos. Una función en el cole comprobando que tu hijo se equivoca en la letra y es el que se cae con la túnica de rey mago porque no le hiciste bien el bajo.
Hacer polvorones con un pequeño chef con delantal que ha puesto de harina perdido hasta el suelo del salón. Poner los Playmovil en moto en el belén en lugar de la señora esa que esta tan triste al lado de un niño feísimo. Ver a alguien que no esperabas, después de mucho tiempo. Sentarse en el sillón con pijama y una mantita para ver una peli de esas que te hacen llorar solo en Navidad.

Tonterías sin importancia que apenas valen dinero, que no obligan a ponerse los zapatos de charol ni a aguantar al cuñado pesado o las batallitas del abuelo.

Supongo que eso se parece un poco más a ese sentido auténtico de la Navidad.

Por eso, voto este año por una Navidad alternativa, más baratita, con menos compromisos que sean eso, sólo compromisos, con menos regalos que sean más caros y pretendamos con ellos comprar algún tipo de cariño, como si eso fuera posible. Una Navidad sin hipocresía, sin miedos fundados tan sólo en guardar las apariencias, en quedar bien con la familia o los amigos.

Voto por pensar más en la ilusión, en los sueños que se van cumpliendo y los que están por cumplir. Por jugar más con nuestros hijos en lugar de comprarles muchos juguetes. En ser sinceros y conscientes de que a todo el mundo no le puedes caer bien y ellos a ti por mucho que un señor de barbas te recuerde, que es mejor perdonarlo y olvidarlo todo en estas fechas.

Una Navidad con un calendario vacío. Con más tiempo para ponerse las zapatillas de pana y mirar por la ventana la nieve caer, el belén del barrio o las luces del año pasado en un arbolito que está que se cae pero tanta ilusión le hace a tu hijo.
Una Navidad con más besos y abrazos, con buenas noticias y buenos deseos para todos.

Una Navidad de crisis que nos invite a pensar, que a veces, hasta las vacas flacas, pueden ser por algo, aunque sólo sean para recordarnos qué es lo verdaderamente importante, y que no es precisamente lo más caro, lo más bueno o lo más opulento, por eso, porque es Navidad.

FELIZ NAVIDAD ALTERNATIVA A TODOS.
AZARIA, DICIEMBRE 2010.

HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...

QUERIDOS CIBERNAUTAS.
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...