A LOS CUARENTA DESCUBRES QUE YA NO ERES JÓVEN, QUE EMPIEZA EL DECLIVE Y QUE QUEDAN POCAS AVENTURAS POR VIVIR. YO HE QUERIDO ENGAÑAR AL TIEMPO,SIN CIRUJIAS O MAQUILLAJES. TRATANDO DE VIVIR, DE OTRA MANERA...
lunes, 27 de diciembre de 2010
Conversaciones con mi barriga. Parte 1ª
No se lo he dicho ni a mi cuerpo, que el pobre, engañado vilmente por mis miedos, no se ha atrevido siquiera a protestar, expansionarse o a pedir ayuda, tan atareada estaba mi mente tratando de sobrevivir el día a día, sin soñar, hacerme ilusiones o pensar en un futuro, que probablemente podía malograrse en cualquier momento, como las otras dos veces.
Hoy, sin embargo, que los médicos me han confirmado que lo que crece en mi vientre plano es un niño, un niño que además está sano, me he atrevido a mirar hacia abajo, hacia la zona esa de mi tripa que empieza a moverse, y a creerme que es verdad, que realmente una vida está creciendo dentro de mi. Y por vez primera, me he permitido que mi barriga empiece a crecer sin miedo.
Se ha alegrado, al menos me ha obsequiado con unas cuantas patadas, unos retortijones y un poco de acidez, pues me atrevo a asegurar que cada vez que tengo ardor de estómago, no es por culpa de mi hernia de hiato, sino simplemente porque estoy embarazada.
Es la primera vez que me lo digo a mi misma, que lo hago público, que me atrevo a verbalizar un estado, que las mujeres muchas veces tenemos la suerte de poder compartir con nuestros hijos.
Estoy esperando un hijo, estoy encinta, preñada, hay muchas formas de decirlo, que se resumen en todo un surtido de ilusión, miedo, pereza, desencanto y casi siempre mucha esperanza, que duran la friolera de cuarenta semanas.
Tiempo suficiente como para conocer a ese pequeño ser que va creciendo dentro de una, sin molestar mucho, o a veces todo lo contrario, pero que será probablemente el tiempo en el que menos molestará.
Un tiempo para entenderlo y que te entienda a ti. Un periodo mágico de encuentro donde dos corazones laten en un mismo cuerpo y por mucho que se alejen en la vida, en lo que acotentezca en el futuro, habrán compartido un pedazo de momento para siempre, y sin que nadie nos lo pueda quitar.
-¿Nos acordaremos?, le pregunto hoy a mi hijo Daniel, que ya me va resultando familiar, cercano y hasta un poco incordiante, porque cada día se mueve más.
Mi hijo no contesta, seguramente estará jugando al fútbol con un pedazo de pan que acabo de comerme en la merienda, que se ha colado en su líquido anmiótico para alimentarlo a él también.
No le interesa todavía todo lo mundano, ni siquiera se plantea grandes enigmas. Vive para crecer, formarse, hacerse a si mismo y reconocerse como un ente que un día saldrá de la burbuja donde ahora está.
Es casi imposible de entender, me digo a mi misma sentada en una mecedora cruel que mantiene ergida mi maltrecha espalda. Casi tanto como hablarle a una barriga, y sin embargo, lo hacemos casi todas las mujeres cuando nos quedamos a solas con nuestro hijo.
Él sabe todas nuestras inquietudes, estados de ánimo. Es más, me atrevería a decir que intervienen en nuestro criterio, en nuestro genio y en nuestros gustos.
Cuantas veces nos sorprendemos a nosotras mismas con cosas que sabemos que no son nuestras, que no nos identifican ni pertenecen.
Comer cosas que nunca nos gustaron, despreciar olores que siempre están ahí y sin embargo resultan insoportables, tener caprichos que jamás nos atrevimos a verbalizar.
Son cosas que a mi no me han ocurrido de momento, pero que le ocurren a cientos de mujeres, y yo las creo. A mi no me pasan, quizá, porque mis hijos, Miguel que ya tiene cinco años, y Daniel, que está dentro de mi desde hace cinco meses, no son demasiado exigentes, ni su caracter es tan marcado como para diferir demasiado de lo que soy yo.
Mis cambios, las cosas que yo voy identificando como no mías, son mucho más profundas, más difíciles de explicar. Unas ganas de vivir tremendas, de aprender y de saber pero, sobre todo de recordar, cuando me quedé embarazada de Miguel, y una serenidad no exenta de sabiduría, ahora, que siento que mi hijo me empuja con toda su energía a que no desespere, a que crea, a que me deje llevar por la felicidad que supone la vida misma, la existencia misma.
Sentimientos que sé de sobra que son de ellos, que ya tienen alma, ya tienen conocimiento, ya saben cómo van a ser porque son ya. Esencia que todavía no tiene un cuerpo completo, un rostro o un color de pelo, que no tiene conciencia de si misma y que no se pregunta ni siquiera qué hace ahí flotando en un espacio donde sólo escucha el latido de un corazón.
Esencia que se mezcla con la mía, que dialoga con mis adentros para tratar de entenderme y yo a ella, en simbiosis imposible y sin embargo mágica, que mezclará por única vez lo que Daniel es de lo que soy yo. Y que ya mezcló una vez a Miguel conmigo, sin que pudiera ni quisiera evitarlo, y me convirtió en lo que soy.
Mañana seré un poco Daniel también cuando pasemos un tiempo juntos. Y él será un poco esta madre que le ha tocado en suerte o que yo creo que ha elegido él, porque ya quería venir a la vida y estar en esta familia.
Es algo que ya tengo claro, y sigo sintiendo ahora.
Lo sentí muy claramente en mi otro embarazo. Tenía miedo de no ser suficiente, de no ser buena madre, y mi hijo se encargó en asegurarme que había venido precisamente por mi, que me había elegido de la misma manera que le había elegido yo a él.
Ahora no tengo dudas. Sé que Daniel nos ha elegido a nosotros y ese miedo ha pasado. No ha pasado sin embargo el miedo a llevarlo dentro, a que no le pase nada, a que tenga que protegerlo siempre porque algo vaya mal. Un miedo que ahora sé, que no te abandona nunca, ni te abandonará hasta que mueras.
Sin embargo, confío en él, en su serenidad. Es él el que se encarga de recordarme lo fuerte que se ha convertido en todas esas veces que ha intentado venir y ha tenido que luchar por seguir adelante. Es él el que me da la tranquilidad suficiente como para confiar en la vida, en que se abre paso siempre que hay una razón poderosa para existir.
-Hay una razón muy poderosa para existir. Para que yo exista, me dice siempre.
Yo le creo, aunque le he escuchado poco hasta ahora. No me atrevía, no quería creer que era verdad.
Hoy sin embargo, que estoy segura de que por ahí anda ya, he decidido mantener alguna que otra conversación con él y compartirla con vosotros. Para no olvidar jamás, que la magia de la vida existe, y que todo lo que se siente cuando estás embarazada no son sólo caprichos, antojos y mal humor, sino un mundo de sensaciones que no volveremos a sentir, a no ser que otra vida, acampe en nuestra barriga.
Querida barriga, prepárate, porque en los próximos meses, los diálogos no serán tan sólo conmigo misma ni con los interlocutores callados que se acerquen a este espacio, serán, lo quiera o no, contigo, testigo indiscreto de mi intimidad.
viernes, 24 de diciembre de 2010
Pasando por las pantallas de la vida. 2º parte
No estaba en casa, su madre cogió el teléfono con muchas prisas, pues tenía que dar la cena a Zoe y acostarla pronto.
-No se preocupe, soy Sara, una amiga del colegio de monjas, quería hablar con ella de unas cosas- argumenté cuando la madre me preguntó qué quería.
-Pero, ¿la Sara de siempre, la hija del lechero?, me preguntó sabiendo perfectamente quien era yo.
Le contesté que sí y su tono cambió totalmente. Me saludo efusivamente y me preguntó qué tal me había ido en la vida. Luego, la mujer se echó a llorar. Por el tono de su voz entendí que nada bueno estaba pasando y que si algo tiene una pena, es que no hay como un desconocido que se acerca a ella, para contarle su vida y milagros.
Ahí estaba yo.
-Pues hija, Rebeca está en el hospital. Ha perdido a su niño y ya estaba de siete meses. No es que me alegre, claro, pero dadas las circunstancias quizá haya sido el menor de los males.
Dejamos ambas un tenso silencio, moqueó un poco y siguió con su relato.
-La niña no pudo soportar enterarse que David estaba con cólera en Haití y se vino abajo. Quiso coger el primer avión hacia alli, aunque no quisimos permitírselo. En el camino al aeropuerto empezó a sangrar y en el hospital está todavía.
Yo me quedé perpleja, no era cuestión encima contarle a la madre lo de Eugenia.
-No tenemos noticias de David, tampoco. Su madre está desesperada, pero conociendo a esa vieja arpía, seguro que nos echa de su casa en cuanto tenga ocasión. Que mucho me temo será muy pronto, porque ese chico, en ese ambiente y sin medios, Dios no lo quiera, pero no va a aguantar...
-Vaya, lo siento mucho, dije por no sabe qué decir.
La madre siguió gimoteando, diciendo que ya lo había augurado ella, que todo esto no podía salir bien. Que su pobre hija era un dechado de desgracias, una tras otra, que quizá por su trayectoria y por las cosas que la vida le había traído, no había tenído lo que se dice suerte y que ella poco podía hacer ya a su edad y sin fuerzas. Pero, sobre todo, sin entender absolutamente nada.
Vamos, que me puso el alma a la altura del dedo pequeño del pie.
-No se preocupe, dije para dar por concluída la conversación, la llamaré en unos días para ver como sigue. Sólo quería invitarla a una comida de amigas que se reúnen después de mucho tiempo, pero dadas las circunstancias, no creo que pueda venir.
No me atreví a llamarla en mucho tiempo y como para saber desgracias uno prefiere esperar a que vengan solas, quise olvidar lo que a Rebeca y a Eugenia les estaba pasando hasta que Susan me llamó para la siguiente reunión de amigas y acudí a la cita como cada año. Más que nada para no perder el contacto y hacer un pequeño paréntesis en mi vida, en el que te concedes incluso la pequeña licencia de compararte con las demás.
Muy delgada, demacrada y con aspecto de tener diez años más, pero con la sonrisa pintada de carmín, estaba esperando Rebeca en la esquina de la calle, frente al restaurante.
Me acerqué y la saludé efusivamente, pues de sobra sabíamos las dos que su madre me había contado todo.
Ella sin embargo me preguntó a mi por mis hijos, por mi trabajo y mi marido, y bromeó acerca del tiempo tan malo que hacía y que las otras llegaban tarde.
Enseguida llegaron y no tuve tiempo de preguntarle cómo estaba, cómo había superado todo y si realmente las cosas habían empeorado para ella. Sin embargo, estaba claro que era una superviviente. Que si de algo le había servido su vida, era para pasar pantallas, como ella decía siempre, sin perder la sonrisa, sin perderse a sí misma.
-¿Sabéis qué tal anda Eugenia?, preguntó Susan ya en los postres, después de que pedimos la carta, estuvimos bromeando de los kilos de más de Isa o de la operación de pecho de Maribel, del novio de Esther, que se había quedado viuda o de los bomberos que habían venido mi casa mientras dormía y creía haberme despertado ya en el cielo, rodeada de ángeles cachas.
Rebeca, que hablaba en ese momento con Isa, se dispuso a escuchar y a decir algo, pero se quedó con la frase colgando de la campanilla.
-Bueno, pues estuve visitándola el otro día en la Residencia donde está y lo cierto es que está como siempre- contestó Maribel.
Estaba claro que Rebeca se había perdido algo, aunque no pudo dejar de decir.
-Pero, ¿estamos hablando de esa pija que se tomó un té conmigo, que por cierto pagué yo, que soy la pobretona?. ¿La misma que ridiculizó mi aspecto y se rió de mi, restregándome por la cara su posición y lo bien que lo había hecho todo en la vida?.
¿A dónde fuiste a verla a su Residencia de Aspen?.
Todas nos quedamos calladas.
Por ser yo la culpable de su ignorancia, le expliqué que no, que Eugenia estaba arruinada, que si estaba en una residencia era porque sus hijos no querían hacerse cargo de ella, y que al menos la mantenían allí para no tener que cuidarla.
Rebeca no acababa de comprender que una mujer tan riquísima se hubiera arruinado de la noche a la mañana.
-No son así las cosas en la vida, amiga, y tú lo sabes. El día que quedó contigo ya estaba arruinada, aunque ella intentó negarlo hasta que le embargaron la última casa.
Ni hijos en el extranjero, ni marido forrado, ni nada de nada. Pero, sabes, ella no quería aceptarlo.
Ni eso ni la enfemedad degenerativa que tenía, que por cierto, ¿cómo no te diste cuenta que iba en una silla de ruedas?- le pregunté a Rebeca.
La pobre no salía de su asombro. Mucho menos cuando le conté que Andrés habia fallecido a consecuencia de un ataque al corazón, porque no pudo soportar que se le hundieran todas las empresas, y que Eugenia, casi sin recursos, estaba casi paralizada, como una ancianita, sóla y diciéndo a las visitas que estaba en tratamiento, pero, que muy pronto, la iría a buscar su marido cuando volviera de sus negocios en Suiza, para que descansara en su palacete de Santander.
-¡¡Qué centrados en nosotros mismos nos hallamos!!, dijo gravemente. Pensar que me sentí empequeñecida, frágil, estúpida al no haber sabido aprovechar los atajos de la vida, las trampas que podemos gastarle al destino para engañarlo un poco. Le reproché que se había saltado unas cuantas pantallas de ordenador y que vivía en una pantalla irreal y sobre todo en la misma. No tenía ni idea hasta qué punto tenía yo razón. Eugenia será siempre incapaz de pasar de pantalla.
Las amigas nos quedamos de piedra, yo intuía lo que Rebeca quería decir, pero Susan le pidió que se explicara mejor.
-Es un simil que utilizo ahora con los adolescentes que no quieren estudiar y me dicen que es un rollo eso de aprender. Les digo siempre que no es cuestión ni de conseguir un mejor trabajo, ni de aprender un montón de nombres o de malgastar el tiempo mientras otros se lo pasan bomba, bebiendo y fumando porros. Es más bien aprender a tener el criterio suficiente como para saber salir de las situaciones que las pantallas de ordenador del juego de la vida nos ofrece. Poder pasar de pantalla para lograr al final ganar el juego. Sabiendo qué herramienta coger, qué pasillo o qué arma utilizar, será más fácil llegar al final. Todo eso, a mi me lo ha ofrecido estudiar como una loca o leerme cientos de libros.
Todas se quedaron calladas y asintieron, en realidad Rebeca lo había explicado muy bien. Eugenia seguía en su mundo y allí estaría bien, cuando era incapaz de cambiarlo o al menos pasar de pantalla.
-Aunque visto lo visto, repasando mis pantallas y lo que he aprendido, igual es mejor estar siempre en la ignorancia más absoluta y en la misma pantalla- concluyó, sabiendo que ninguna de las que estábamos presentes, por mucho que hubieramos pasado en la vida, nos cambiaríamos ni por un instante con Eugenia.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Pasando por las pantallas de la vida.
Sentada, con sus collares de perlas y su ropa de marca, se hayaba depositando suavemente la taza de té sobre el platito.
Se la quedó mirando llegar, atropellada, sin gracia, arrancándose de la cabeza el gorro de lana y los guantes con dibujos andinos.
Sus miradas se encontraron un segundo en el que Rebeca se sintió empequeñecida por la aureola plateada que desprendía su amiga de la infancia. Hacía muchísimo tiempo que no la veía, de hecho, hasta que se topó con ella y su marido en aquellos grandes almacenes, no había sabido nada de Eugenia, su mejor amiga del colegio de monjas.
Apenas la había reconocido: con el abrigo de visón, colgada del brazo de su marido, que miraba las corbatas de Loewe, hubiera dicho que era una empingorotada estúpida de esas que no soportaba ni ver en la puerta del colegio de Zoe, cada vez que iba a buscarla.
No se había equivocado, entendió al mirar sus ojos enmarcados de rimel carísimo,
sin embargo, el hecho de aceptar su invitación a aquella cara cafetería madrileña, sólo tenía la intención de tratar de bucear un poco en sus adentros y encontrar en sus abismos un atisbo de aquella colegiala con coletas que tanto había compartido con ella en sus años escolares.
Eugenia, por su parte, no daba crédito tampoco. Era verdad que Rebeca había sido siempre un poco alternativa y bastante hippie, pero era de buena familia, estaba bien educada, concluyó. ¿Qué caprichos del destino le habrían hecho convertirse en ese adefesio que se acercaba a ella con el pelo sin peinar y enfundada a su edad en unos vaqueros gastados y un jersey de lana viejo?.
-¡Qué gorda te veo!, se le ocurrió decir por no decir algo peor.
Rebeca estuvo a punto de contestar, y yo que estúpida, pero se limitó a contestar:
-Embarazada de cinco meses, si es que no te parece mal.
-Pues hombre, ya a nuestra edad, como mínimo me parece una temeridad o un snobismo. Ahora, que tú sabrás, pero yo después de la última lipo como comprenderás, no voy a quedarme preñada y perder mi espléndida figura.
Rebeca sintió que las nauseas de los primeros meses volvían a su estómago.
Pero, ¿es esta la hija de la portera de casa, la que iba con mi padre en el coche todas las mañanas al cole?, se volvió a preguntar.
-Yo ya tengo a los niños creciditos. Sabes que Samuel está trabajando ya de ingeniero en Manchester y a Tesa la tengo en un colegio inglés que me cuesta un potosí, pero que espero que la convierta en una mujer hecha y derecha. A Javi, que está todavía en el Montesory, no tengo muy claro si mandarlo a Inglaterra o a Paris. ¿Tú que piensas?. Porque Andrés es partidario de que ingrese en una universidad americana, pero son tan horteras los americanos, que no quiero que se me malogre por su mala influencia.
-Ya, claro, supongo que pudiendo elegir...
-Sí, querida, es lo que tiene ser tan riquísima. Pero por favor, cuentame algo de ti. De mi marido y sus negocios seguro que ya sabes por los periódicos y aburrirte con la lista de nuestras propiedades me parece inadecuado, dadas las circunstancias...
Rebeca estuvo a punto de levantarse e irse. Con su amiga enfrente y ese tribunal de la santa inquisición mirándola a través de sus gafas de cerca, fijamente, se sintió tan empequeñecida como el día en que le dijo a su padre que no iba a seguir con el negocio familiar para irse a estudiar lenguas muertas muy lejos de casa.
Sintió que las piernas le flaqueaban y la voz, incluso, cuando el camarero vino a preguntarle qué quería tomar. Con un hilo de aliento le dijo que un té con leche no estaría mal, pero sin pastas, claro, dada la observación de su esbelta acompañante, que ya se había metido entre pecho y espalda las cinco que venían en el plato.
-Pues no sé qué quieres que te cuente, dadas las circunstancias...
Eugenia se deshizo en explicaciones
-Pues no sé, algo de tu vida, claro, que no sé de tí desde las monjas. ¿Te casaste?, claro, ¿tienes sólo este hijo o más?. ¿Qué hiciste al final?. Un resumen, por favor, que tampoco vamos a estar aquí hasta mañana.
Rebeca no supo muy bien qué decir. Ni casada, ni un trabajo concreto, ni una casa propia, ni siquiera un poco de dinero todos los meses para comprarse un modelito o salir con las amigas. Por no tener no tenía ni teléfono fijo en casa, que no estaban los tiempos.
-Pues poca cosa, la verdad. Dejé la carrera de ingeniería química por Filología, para desgracia de mi padre. Luego, estuve en Israel unos años, volví a casa y no saqué las oposiciones, asi que me fui con unos amigos unos años para ver mundo. Fueron los mejores de mi vida, aunque eso sí, no teníamos un duro. Cuando volví no encontraba trabajo, pero, aquí me tienes, con una niña, otro en camino y mantengo una relación con David, un médico que conocí. Hace unos meses abandonó su consulta y se marchó a Haití, a ayudar con lo del cólera, para Medicos sin fronteras.
-¡Qué horror!. Quiero decir , pero tú ¿cómo le dejaste hacer semejante desatino?- expresó teatralmente, agarrando la taza de té y alargando la mano al camarero para que le trajera otro platito de pastas.
Engullendo una pasta con guinda encima, escuchó decir a Rebeca que no era que le dejara o no dejara hacer las cosas. Que conociéndolo, sabía que era su vida, que había sentido que su deber era eso y que no había podido detenerlo.
La había dejado, efectivamente, con una niña de cinco años y otro en camino, en su casa de Recoletos, su antigua consulta. Pagando un montón de deudas, facturas sin pagar que no eran suyas, con el poco dinero que le mandaba desde allí. Ganaba ella muy poco, en un puesto del Rastro los domingos y a base de clases particulares. Pero, quizá lo que más le dolía era la soledad. La soledad y la voz de la conciencia de su madre que no hacía más que recordarla que en realidad había hecho el negocio de su vida, pues ni casada estaba con él.
Es verdad que a sus cuarenta años no había conseguido gran cosa: ni hacienda, ni una futuro prometedor, ni trabajo estable, ni nada de nada, pero era lo que la vida le había estado dando y llevando de la mano. Su vida, lo que había aprendido y por lo que había luchado.
Sin embargo, era incapaz de explicar a quien era incapaz de entender, y quizá era verdad que había hecho el negocio de su vida, sobre todo comparada con Eugenia, tan segura de si misma, tan lleno estaba su bolso y su propio ego.
Así que volvió a sentirse desgraciada, como tantas veces, más que por su situación, que ya había pasado incluso por cosas peores, por el gesto de incomprensión de los demás, que compartían desde luego otra realidad: otra pantalla de ordenador, que, desde luego, no era la suya.
-Bueno, hija, si así eres feliz, no seré yo quien te diga lo contrario, ahora, imagino que tus padres no estarán lo que se dicen orgullosos de tu trayectoria...
Explicar a la ignorante de Eugenia que no se hablaba con ellos, más que para recibir reprimendas y que ni siquiera querían conocer a su nuevo hijo, se le antojó una carga dificil de llevar, así que cambió de tema.
-Y tú por lo que veo, te casaste con Andrés, y todo de maravilla. Imagino que terminaste tus estudios de arte, ¿no?.
-Pues no, para qué, querida. Me quedé embarazada a los 16 y la familia de Andrés no tuvo otro remedio que casarlo conmigo, más que nada por el escándalo. Desde entonces ¿para qué preocuparse de nada?, para eso hay servicio. Ni estudios, ni trabajo, ni nada más que ocuparse de las amistades y las reuniones sociales, hija, que tampoco son moco de pavo.
Rebeca no daba crédito, Eugenia no sólo comentaba sus exitos sin tapujos o mentiras, sino que lejos de avergonzarse, pensaba que era lo mejor que había podido hacer una mujer.
-Vamos que te saltaste unas cuantas pantallas en la vida, con unas cuantas trampas, y te instalaste en la tuya desde entonces hasta ahora, ¿no es así?.
-¡¡¡Qué pantallas, ni qué pantallas, hija, no entiendo una palabra de lo que dices!!!. Hablamé en cristiano y no en tus lenguas muertas esas, que no entiendo ni jota.
Rebeca se levantó de un respingo, ni una gota de té había podido tragar. Sin tener por qué, se deshizo en explicaciones. Zoe estaba con una vecina y se le había hecho tarde, no era cosa de hacerla esperar. Ya se verían otro día, pero ahora tenía que irse, estaba segura de que, si se quedaba un segundo más, seguro que perdería la educación y las formas.
Se puso el gorro y el abrigo de David, que le sobraba por las mangas.
-Me parece una sonada ordinariez que te vayas sin darme tiempo siquiera a llamar a mi chofer, para que venga a buscarme, pero me imagino que es lo que tenéis los pobres, que os sentís en el derecho de hacer lo que os de la gana sin preguntar a nadie más.
Lo que le faltaba por oír.
Sin apenas mirar atrás llamó al camarero:
-La cuenta por favor, esta pobre puede incluso invitar a esta ricachona a tomarse un té.
-Dieciocho con cincuenta, contestó el camarero sin inmutarse.
¡¡Por dos tés y unas pastas que no había ni probado!!. Alargó uno de veinte, sabiendo que no tendría ni para el autobus, y añadió morbosa, y traigame la vuelta, que vamos, cobrada está la propina.
Rebeca, apenas se atrevió a volver a mirar a su amiga para despedirse, estaba indignada, maltrecha y sin saber muy bien qué hacer, cuando sonó su movil que le llegaba un mensaje. Ojalá sea de David, pensó añorando que le dijera que volvía a casa y que se quedaría con ella.
Era del banco, para decirle que se había agotado el saldo de su tarjeta.
Se sintió morir, mientras se alejaba sin escuchar aparentemente, a Eugenia decir que le había decepcionado mucho el encuentro.
En realidad, lo entendía, pero seguramente, su amiga, nunca podría entenderla a ella.
El precio que supone no pasar de pantalla, pensó con amargura, dando por hecho que incluso para Eugenia, eso era lo mejor.
CONTINUARÁ...
Azaria, DICIEMBRE DE 2010
PARA UNA ESPECIE DE DESAFIO CON EL TÍO EUGENIO PARA HACER UN POST CON EL MISMO TEMA. No está concluído, pero me parecía una ordinariez hacerlo más largo.
p.d. El nombre de Eugenia, en absoluto tiene nada que ver con el Tío Eugenio, pues acabo de darme cuenta ahora que el subconciente es terrible. Pero, quiero aclarar, que en este caso, no me ha traicionado.
martes, 7 de diciembre de 2010
FOOT OF THE MOUNTAIN
Keep your clever lines
Hold your easy rhymes
Silence everything
Silence always wins
It’s a perfect alibi
There’s no need to analyze
It will be all right
Through the longest night
Just silence everything
But we could live by the foot of the mountain
We could clear us a yard in the back
Build a home by the foot of the mountain
We could stay there and never come back
Learn from my mistake
Leave what others take
Speak when spoken to
And do what others do
Silence always wins
So silence everything
It will be all right
In the morning light
Just silence everything
But we could live by the foot of the mountain
We could clear us a yard in the back
Build a home by the foot of the mountain
We could stay there and never come back
We could stay there and never come back
We could live together
But we could live by the foot of the mountain
We could make us a white picket fence
Build a home by the foot of the mountain
we could stay there and see how it ends
We could stay there and see how it ends
Video y Letra en: http://sentimusica.blogspot.com/2009/06/ha-foot-of-mountain.html#ixzz17STw4MyP
Under Creative Commons License: Attribution
Un cuento para Miguel
Todos los días, cuando se aburría o por la noche antes de dormirse, abría la ventana, sacaba su Arco iris plegable del bolsillo y lanzaba un camino de su casa en la tierra a su casita del cielo. Por él subía sin problemas, por el Arco iris duro, sin que nadie supiera nunca donde se metía.
Arriba, en su casa del cielo, estaban todos sus juguetes, sus inventos y sus secretos más bonitos. Pero, sobre todo, vivían sus mejores amigos, con los que compartía su vida, sus sueños y también sus aventuras.
Simón siempre estaba haciendo la comida, limpiando los cristales y preparándolo todo. Era su ángel, el que había venido a buscarle cuando nació y el que más le cuidaba siempre para que no le pasara nada.
Gweedy era su mejor ayudante a la hora de hacer inventos. Por ser un robot sabía más que nadie del mundo en cuestiones de tuercas, clavos e inventos.
Kiko le ayudaba en sus travesuras, en sus juegos, porque era un duende de estrella que se había encariñado con él desde pequeño. Y lo cierto es que se sabía juegos muy divertidos y historias que no podía imaginarse nunca el bueno de Miguel, que confiaba en él para pasarlo bomba.
Pero, a quien más mas quería Miguel era a su hermano Daniel. Un niño rubito, con ojos verdes, blanquito y pequeño que se parecía mucho a él. Era también a él a quien le contaba todo lo que le pasaba en el colegio de la tierra, en la nieve con sus amigos tirando bolas y con sus abuelos, cuando iba a verlos al Escorial.
Daniel le miraba entusiasmado, casi queriendo vivir esas cosas. Pero, le daba mucho miedo bajar por el Arco iriis duro para acompañarle y ver ese mundo. Asi que Miguel se pasaba la mayoría del tiempo, intentado convencerle para que bajara de la casa del cielo a su casa y se quedara con él y su papá y su mamá.
Un día de Navidad, que Miguel le había traído a su hermano un poco de turrón de chocolate y unas figuritas de mazapán, Miguel le pidió llorando que se bajara a su casa y se quedara con ellos para siempre, pues se sentía muy solo en su casa grande.
Daniel se lo pensó mucho, pero armándose de valor, se cogió de la mano de MIGUEL y bajó las escaleras con mucho, mucho cuidadito, agarrado como una lapa a su hermano.
La mamá de Miguel y el papá estaban poniendo el árbol de Navidad y el Belén cuando vieron aparecer a dos niños en su salón. Uno que estaba limpiándose la mano en el abrigo, porque su hermano tenía las manos pegajosas de tanto comer caramelos y mazapanes. Y un niño nuevo, pequeño, recién nacido que venía contento y dispuesto a quedarse aquella Navidad con ellos y muchas otras...
Sonrieron felices y pasaron la mejor navidad de su vida.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
AZARIA PORQUE MIGUEL LE CONTÓ ESTE CUENTO UNA NOCHE Y LE GUSTÓ MUCHO.
NAVIDAD 2010
miércoles, 1 de diciembre de 2010
EL VERDADERO SENTIDO DE LA NAVIDAD.
Solícita y tratando que mi hijo se coma el yogur de plátano y las galletas, mientras está hipnotizado delante de los anuncios de la tele, llenos de juguetes que también quiere, le alargo el calendario engrasado de la cocina, que apenas sostiene ya su última página.
Mi marido se queda mirandolo con interés, a mitad de camino entre el escepticismo y la pereza, pues este año además no hay muchas fiestas, pues la Navidad y el Año nuevo caen en sábado.
-Bueno, ya he quedado con mi madre para celebrar la Nochevieja y luego el Año nuevo al día siguiente. Con mis primos para tomar las uvas y con mis hermanos para que vengan el día de Reyes a casa con los regalos para el niño. Así que tachamos ya el finde del 31 y el día de Reyes.
Teniendo en cuenta que en Nochebuena y Navidad iremos con tu familia y que ese finde también está ocupado, que tengo la cena de empresa el viernes 17 y quiero que me acompañes, y dejamos al niño con la abuela también el fin de semana, para ir a comprar los regalos de navidad y reyes y los de los primos, también ese fin de semana lo tenemos hasta arriba.
Y si contamos también que el día 12 es el cumple del niño, y entre celebrarlo con la abuela en Madrid, con los amiguitos en casa, con los abuelos en el Escorial y con nosotros en la Warner, por lo menos desde el viernes al domingo estamos hasta arriba de eventos.
Yo empiezo ya a marearme, porque pienso que no ha contado con la reunión con los vecinos, con quedar con mis amigas o con salir con los niños a que vean las luces que ya quedé hace meses con mi amiga Mar y sus hijos. Que vendrá de Barcelona un amigo de la infancia y también quedaremos con él y que también queda pendiente que invite a sus antiguos compañeros de trabajo a una chuletada en casa y a una comida a su amigo de la infancia y su hijo.
¡¡Vamos que para quedar bien con todos, y para que haya días suficientes, supongo que las navidades debían haber empezado hace lo menos un mes!.
Porque si a eso le sumas la compra de regalitos, las compras navideñas de turrón, buenas viandas, prepararlas con tiempo en la cocina, sóla, claro. El ir a Madrid a llevarle la carta a Papá Noel, a la chocolatada en el pueblo, a ir a Segovia a ver el belén que monta la diputación y a Cortilandia y a la Plaza Mayor a comprar la figurita de todos los años, seguramente algo se quedará en el tintero, porque la cabalgata de Reyes este año, seguro que tiene que ser, que todos los demás, dejamos al niño con las ganas.
-¡Ah, y no te he contado que vienen mis primos de Valladolid y que quieren celebrar una cena para conocernos mejor!. Que ni siquiera los conoces, amor...Les quería invitar a casa, y hacer cualquier cosita, no te preocupes, que con unas buenas chuletas y unos langostinos, estamos ya listos.
¡¡Claro, claro, con unos langostinos, estamos listos!!. Y con unas chuletitas de cordero, y con un besugo para tu madre, y con un coctel de mariscos para los vecinos, y turrones, polvorones, mazapanes...Y champán del caro y licorcitos para después, y bombones y una buena hucha para comprar un comprón en Carrefour. Que esa es otra, otra fecha tachada en el calendario, pues para ir alli y comprar todo lo que hace falta en Navidad, sólo para comer, sin contar con los regalos, hay que preparar un buen tiempo y sobre todo un buen dinero.
...y señores, les recuerdo que estamos en crisis. En crisis.
Me derrumbo al recordar que no estoy contando con los regalitos para los primos, para los abuelos, que este año ni idea de qué querrán, para el niño, que quiere todo el catálogo y para mi marido, que el pobre nunca saca nada especial de la navidad, pues eso, que entre el dinero que va a costar y el esfuerzo de cumplir todos los compromisos, pues eso, que no habrá tiempo, ni seguramente, dinero...
-¡Y pensar que me da una pereza todo, cariño. Que ya estoy deseando que se pasen las fiestas y sea ya enero, porque es que encima tengo que trabajar...!
Tiene razón, todo es absurdo. De locos. No tiene sentido tanta celebración, tanto ajetreo, tanto ir de un lado a otro para cumplir con todos, para cumplir con la Navidad.
Y entre la estupidez humana, los compromisos y los niños, se pasa la navidad sin apenas reparar qué significa o debería significar este periodo que todos los años gastamos demasiado, comemos demasiado, bebemos demasiado y nos cansamos demasiado.
Quería reflexionar sobre eso hoy, y realmente no sé muy bien por dónde empezar.
Se me ocurre así para empezar que el verdadero sentido de la Navidad es conseguir que algún sueño se nos convierta en realidad.
Supongo que, a estas alturas de la vida, será que te toque la lotería de Navidad, para poder pagar la hipoteca, los créditos, las deudas y los regalos de navidad, al menos. Que materialista, desde luego...
También podría ser que nuestros hijos recuperen la ilusión, las ganas de soñar, en pensar en que la magia existe, que todo al final es posible. ¡Como si alguna vez ellos lo hubieran perdido!, concluyo pensando que es otra estupidez.
Para unir a los mayores, para que la gente se olvide de los rencores, de la rivalidad, de los malos rollos y se cree un espacio de confianza, de tregua, de amor y concordia entre todos simplemente porque es Navidad.
Tampoco debe ser eso, pienso mientras recuerdo con horror las reuniones familiares.
Las cenitas embutida en un trajecito de esos que ya te estalla porque has cogido un par de kilitos. Por cierto que tu querida hermana se encarga en recordarte, porque ella es así.
Los niños montando el pollo tirando por la mesa el pudding de pescado con salmón que está malísimo y la primita, untando en el traje nuevo el canapé de foi gras a tu hijo, mientras el otro la tira del pelo y coge una perra que para qué contar.
Tu padre ejerciendo de patriarca mientras enumera los vinos que atesora en la bodega y tus hermanos dicen que no valen nada, comparados con los que tomaron en la cena de empresa el año pasado.
Tú trayendo y llevando las bandejas para todo el mundo, mientras tu madre recoge los mil y un platitos, copitas y cubiertitos de plata pringados de grasa de cordero que no salen ni con el bote entero de fairi.
Todo con prisa para hacer la entrega de regalos, que por cierto, no les gustan a nadie y que acabaremos cambiando, cuanto antes, que luego como empiezan las rebajas, no hay quien vaya a los centros comerciales. Las fotitos que está haciendo tu marido, para que al menos quede un testimonio gráfico de la familia entera con sonrisa profidén, para recordar el año que viene, lo felices que fuimos.
En fín, un horror que no tiene fin, que lejos de recordarte lo bonito que es todo en Navidad, no haces más que desear meterte en el coche y quitarte esos malditos zapatos de charol que te hacen polvo en el ojo de gallo.
Vamos, que el verdadero sentido de la navidad, no puede ser eso tampoco.
Ni eso, ni gastar por encima de posibilidades, tratar de demostrar a nuestros hijos que les damos lo que piden porque ellos lo merecen, sabiendo que habrá que pagarlo a plazos porque es demasiado.
No sé, después de tanta línea, no encuentro ese verdadero sentido.
Cantar en el árbol canciones de siempre. Esos villancicos que cantábamos de niños que incluso conocen ahora nuestros hijos. Poner el belén, las figuritas, y contar a nuestros hijos historias sobre un niño que vino al mundo a salvar las almas de quienes llenos de pecados no podían entrar en el reino de los cielos.
Ir a misa de Gallo o dar dinero a los niños pobres, ingresando un tanto en una ONG o en el cepillo de la parroquia.
Ni siquiera eso me convence, a estas alturas de la película.
No, definitivamente, no veo yo hoy en día ese verdadero sentido de la Navidad, ni en anuncios de la tele, por mucho que te entren ganas de llorar, porque llega el turrón por Navidad, ni en las luces de colores, ni en los belenes organizados, ni en el Papá Noel disfrazado que recoge cartas ni en los mil compromisos que ya ha generado la Navidad y eso que ni siquiera ha empezado.
Con el alma en los pies y el corazón encogido, reconozco que he perdido ese espíritu que antes me invitaba en creer en lo increíble o en olvidar todo lo malo en Navidad.
En pensar que todo al final merece la pena y que por la sonrisa plateada de mi hijo, hasta arriba de nieve en espuma y con churretes de chocolate en el pijama, tiene sentido hasta el vestido de terciopelo desempolvado que seguro que este año, con tanto turrón desde noviembre, no me sirve ya.
Quizá por una vez, empiezo a encontrar un sentido.
Por su carita de ilusión, tiene sentido el derroche, el cansancio, la estupidez humana, la hipocresía en las reuniones con sonrisa de anuncio. Tiene sentido estar en una cola para comerse un bocata de calamares, que cada vez saben más a chicle.
La sonrisa de un niño, el regalo escondido debajo de la cama que aparece por casualidad, una noche de emoción porque Papa Noel caerá por la chimenea con un saco lleno de regalos. Una función en el cole comprobando que tu hijo se equivoca en la letra y es el que se cae con la túnica de rey mago porque no le hiciste bien el bajo.
Hacer polvorones con un pequeño chef con delantal que ha puesto de harina perdido hasta el suelo del salón. Poner los Playmovil en moto en el belén en lugar de la señora esa que esta tan triste al lado de un niño feísimo. Ver a alguien que no esperabas, después de mucho tiempo. Sentarse en el sillón con pijama y una mantita para ver una peli de esas que te hacen llorar solo en Navidad.
Tonterías sin importancia que apenas valen dinero, que no obligan a ponerse los zapatos de charol ni a aguantar al cuñado pesado o las batallitas del abuelo.
Supongo que eso se parece un poco más a ese sentido auténtico de la Navidad.
Por eso, voto este año por una Navidad alternativa, más baratita, con menos compromisos que sean eso, sólo compromisos, con menos regalos que sean más caros y pretendamos con ellos comprar algún tipo de cariño, como si eso fuera posible. Una Navidad sin hipocresía, sin miedos fundados tan sólo en guardar las apariencias, en quedar bien con la familia o los amigos.
Voto por pensar más en la ilusión, en los sueños que se van cumpliendo y los que están por cumplir. Por jugar más con nuestros hijos en lugar de comprarles muchos juguetes. En ser sinceros y conscientes de que a todo el mundo no le puedes caer bien y ellos a ti por mucho que un señor de barbas te recuerde, que es mejor perdonarlo y olvidarlo todo en estas fechas.
Una Navidad con un calendario vacío. Con más tiempo para ponerse las zapatillas de pana y mirar por la ventana la nieve caer, el belén del barrio o las luces del año pasado en un arbolito que está que se cae pero tanta ilusión le hace a tu hijo.
Una Navidad con más besos y abrazos, con buenas noticias y buenos deseos para todos.
Una Navidad de crisis que nos invite a pensar, que a veces, hasta las vacas flacas, pueden ser por algo, aunque sólo sean para recordarnos qué es lo verdaderamente importante, y que no es precisamente lo más caro, lo más bueno o lo más opulento, por eso, porque es Navidad.
FELIZ NAVIDAD ALTERNATIVA A TODOS.
AZARIA, DICIEMBRE 2010.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Diario de una profesora actual
Un café bebido, una ducha helada que me ha dejado los pelos del cogote todavía de punta mientras recojo la carpeta con los apuntes, las fotocopias del comentario de texto, y los exámenes a medio corregir. Ya tengo casi todo, pero no lo encuentro.
Busco el boli rojo que no sé dónde lo meti ayer.
Recuerdo vagamente haberlo tirado contra el mueble al intentar corregir un exámen. Ponía que "Felipe III de España y V de Alemania era el pibe aquél que se construyó una choza en el Escorial, mató a no se cuantos sarracenos y les sacó hasta los ojos".
Al menos lo de los sarracenos lo cogió el chaval, pero ¿de dónde narices se sacó que era tercero de España y al menos quinto de Alemania?. ¿Qué mecanismos llevan a esas mentes a mezclar lo que les dí masticado ayer y luego, por si acaso lo saqué en fotocopias?.
Es cierto, recuerdo. Me cargué en el enviste, el jarroncito que me regalaron los compañeros de Químicas, cuando me marché de la carrera, y que del estrépito que se organizó, hasta Antonio salió del despacho pensando que estaba rompiendo la vajilla, recordando alguna que otra que me habían hecho los angelitos.
Así que lo busqué por debajo del mueble y sobre la moqueta, y ahí estaba el condenado, con los trozos de jarrón, pues ayer, en el fragor de la batalla, Antonio pensó, que era hora ya de irse a la cama y dejarse de niñitos malcriados, y no limpiamos el destrozo siquiera.
Cojo el metro que va de bote en bote y me siento en un asiento olvidado porque huele a vómito y hay dos cotorras al lado que no paran de hablar. Saco otro exámen a ver si la cosa mejora y después de un par de párrafos, no puedo terminar de comprender por qué no me tomo a cachondeo y no tan a pecho el lenguaje maldito de estos chicos, que lejos de poder presentarse a la selectividad, debían aprender a comentar un texto, no digo yo desde la perspectiva histórica, sino al menos con un poco de respeto.
Leo: "Cuando el cabrón del Duque de Alba, se cansó de cargarse a los flamencos esos de los Países bajos, el Felipe pensó que era mejor idea mandarlo pa luchar contra los turcos. Y allá se fue el tío con sus barcos, que molaban cantidad, mientras él se cepillaba a esa del ojo virulo que también la tía se tiraba a no sé qué amigo del rey..."
¿Qué hago?, ¿me troncho de la risa o me tiro al metro de cabeza?, pienso mientras subo las escaleras deprisa, sorteo a una señora que va con un carrito y a un drogata que se tambalea delante de mi, amenazando con caerse él de cabeza. Subo de dos en dos, metiendo en la carpeta los exámenes, que supuestamente tendría que aprobar al menos a un cuarenta por ciento, y pensando que como llegue tarde, se organiza la de Dios es Cristo, en la clase.
No me equivoco, sin pasar por la sala de profesores, dejar el abrigo o coger el libro, entro en el aula de Segundo B, que me toca a las nueve y diez de la mañana.
Nadie ha reparado en mi persona, por supuesto. Recuerdo aquellos tiempos en los que era llegar la Monja o la profesora, y todos nos poníamos de pie al lado del pupitre.
Como paso a tope, como dicen ellos, de ponerme a dar gritos, me siento en la esquina de la mesa, no sin arrastrar la silla con todas mis fuerzas y borrar la pizarra antes, y en voz baja, empiezo a contar, como si estuviera poseída.
-"Un, dos, tres, cuatro, cinco..."
-"¡¡¡Silencio!!!", grita Manuel que es el único que se ha dado cuenta que la seño ha venido y está que trina.
-"¡Callaros, todos, mierda, que ésta nos planta un exámen sorpresa como el de ayer!..."
Los demás, despavoridos y montando un pollo que no sé cómo no aparece Sor Asunción por la puerta y me llama al órden, se van sentando en sus sitios: empujando libros, carpetas, mesas, sillas, que alguna se cae. Se sientan de cualquier manera y algunos hasta con el abrigo puesto.
-"...siete, ocho, nueve, ¿quéréis que lleguemos a diez y casco un exámen sin avisar y cuenta para el final o me callo ya?"
Se callan todos, Sarah, que es la delegada, ha dejado su charleta con Bárbara, que se quita el abrigo levantándose y organizando un buen revuelo, porque se le ve el tanga de pie, y me dice:
- "...que no Pilar, que no, que ya se callan".
Se oye un silbido desde atrás, porque Barbarita se ha agachado a coger del suelo la carpeta, y claro, se le ha debido ver hasta el fondo de la campanilla, pero desde atrás.
Los ánimos se revolucionan un segundo, mientras entra Javi por la puerta, con su flequillo repeinado y con su trenca de Lacoste azul marino.
-"Profa, perdona, llego tarde porque troncos: he mojao por fin con la Yoli"- dice para el respetable como si estuviéramos en el circo.
Yo, pensando en tirarlo yo misma a los Leones del circo, pero el de Roma, no salgo del estupor, pues se ha organizado en la clase en otro segundo un revuelo, que ni que la Belén Esteban hubiera vuelto con el Jesulín.
-"Tronco, cuenta, cuenta, ¿pero con la Yoli de Mostoles, la que se tiró el Tomás?", escucho entre las primeras filas mientras veo a la Jenifer decirle a todas las chicas que es un farol, que seguro que el Principito se ha tirado el rollo para fardar y que la Belén caiga por fin.
Mientras el Principito asiente, que sí, que es esa guarrilla y la Belén, que es la única que realmente parece tener más de dos dedos de frente y al menos habla como hay que hablar, se pone lívida con el comentario, yo me siento derrotada en la silla. No sin antes mirar a ver si las patas están en su sitio, que ya se cayó al suelo Aurora, la de Literatura, porque hacé unos meses a los angelitos se les ocurrió la genial idea de romperla y ponerla así, como si nada.
Me desplomo en la silla y no sé si reirme o llorar, pues yo venía dispuesta a contar la batalla de Lepanto e incluso a proponerles pasar el sábado en el Escorial, y si no hago algo ahora mismo, me ganan la batalla a mi, como ya me hicieron los de segundo de la ESO el año pasado.
Por no sé qué misterios de la naturaleza, empiezan todos a darse codazos, a callarse y a mirar a donde estoy yo, hasta que se hace un silencio incomprensible en el aula.
Los miro a los ojos, sobre todo a Alvaro, que me mira directamente pues se sienta enfrente mia. Tengo una mirada de asombro e incomprensión que les traspasa el alma a todos, pues se han callado e incluso el Principito mira para abajo.
Dejo un silencio teatral y calculado entre la mirada y abrir la boca.
-"Me deja vuestra desverguenza y desfachatez tan alucinada, que no sé ni qué decir. La verdad es que vuestra mala educación me deja sin palabras. Seguro que pensáis que soy idiota".
No es la primera vez que se lo digo y como algunos son chicos de buena familia, se averguenzan y se ponen muy serios.
Aprovecho la coyuntura, para repartir las fotocopias y les explico la clase sin que haya ninguna interrupción al menos en veinte minutos.
Por un momento, pienso que ha surgido efecto, que incluso me escuchan y que les interesa lo que cuento, que no dejo de llenarlo de detalles e incluso cotilleos de la época.
Mi gozo en un pozo, a escasos minutos de terminar la clase, suelo cometer esa absurda pregunta, que al comprobar los resultados, ya casi ni me atrevo a formular hasta fuera de clase.
-"¿Alguna pregunta?, ¿alguna duda?".
Se levantan varias manos, alguna que otra, que incluso extraña a una profesora que ya por leerles, tratarles y soportarles cada día, los conoce como si los hubiera parido.
-"Dime, Miguel, ¿hay algo que no hayas entendido?".
-"Profa, no acabo de comprender si la cocaína es mala o es peor fumar porros. ¿Tú qué prefieres, fumarte un peta, que seguro que te habrás fumado alguno, o meterte una rayita?. Es que en la tele..."
-RING, RING, RING, salvada por la campana, los chicos se levantan como un resorte, recogen sus apuntes y mientras yo obvio la pregunta, les digo inútilmente que para mañana se lean el comentario que les pasé antes en fotocopias, que lo haremos en clase para que vean como se hace.
Ya en la puerta, Miguel, que se ha quedado con las ganas, se viene como un rayo y me dice que está seriamente preocupado, que no sabe a quién preguntar, y que qué me parece lo de las drogas.
Yo, mirando la puerta de la clase, como si de un toril se tratara. Viendo un hueco para salir zumbando a otra maldita clase que tenía que dar, segunda, por cierto, de nada menos que cinco esa mañana, le miro a la cara para ver si le interesa realmente o si se está riendo de mi, y quiere encima chotearse de lo que diga.
-"Mira Miguel, yo se lo digo siempre a vuestros padres y os lo digo a vosotros ahora. Yo vengo a enseñaros Historia, que dudo mucho que aprendáis algo, pero oye, para eso me pagan. Lo demás es cosa de otros, porque educación sexual, educación vial, buenas maneras, psicología y medicina, eso es ya para otro precio, que desde luego las monjitas no me pagan".
Miguel, que está rodeado de todos sus amigos, incluída la buena de Belén (que a veces hasta me ha preguntado el nombre del libro que he mencionado en clase y tiene la intención de leer) me dicen que soy una tia enrollada, que molo, que si me preguntan a mi es porque se ve que tengo yo experiencia(que por cierto, no sé si tomarme a bien o a mal) y que es muy dificil preguntarles a sus padres, que nunca están o al psicólogo del centro, que viene una vez al mes y está para casos urgentes.
Gracias a Sor Asunción, que me llama en la puerta, los dejo con dos palmos de narices. Los de Segundo C se están revolucionando y tengo que entrar en clase cuanto antes. Así que salgo triunfal de semejante plaza.
Temblando de pies a cabeza y encomendándome a los dioses para que me den valor, fuerza y sobre todo apariencia, que en estos casos es lo que más funciona. Para que tenga yo energías suficientes como para aguantar las insinuaciones de Fernando, que se empeña siempre que saque a la pizarra a Tania, porque se le ven las bragas. Para soportar que Patricia pregunte en público si le hace falta una operación de tetas o si las tiene bien, o que alguno de ellos tenga a bien contarme quien es el gay de clase y el que va a Pachá porque es un pijo.
Pero, querido lector, y mira que he visto yo cosas en los colegios e institutos madrileños donde he tenido a bien tratar de explicar todo eso que en mis carpetas, volvía a casa muerto de risa, todavia, a día de hoy, sigo sorprendiéndome con la salidas de estos angelitos que tenemos por adolescentes.
Después de recibir piropos, anónimos, dibujitos que he encontrado de mi persona que ni en cien mil años hubiera pensado que era yo, regalitos y lloros cuando me he ido de un centro porque se acababa mi actuación y volvía la profe titular, confidencias en lo más íntimo porque me enrollo bien con los clavales o porque aunque borde y dura, al final era buena tía. Después de que me hayan tratado de colega, hermana mayor, me hayan visto como un ogro o incluso me hayan amenazado con una paliza una banda de Sarperos, que no me preguntéis quien son, pero unos con la cabeza pelada.
Después de todas esas preguntas incomprensibles, esas salidas, esa inquietud al salir a la palestra y tratar de que no se note que te tiembla el pulso. Después de todo, y pasando por el cambio generacional y por que nada tiene que ver lo que hacíamos nosotras con las monjas y las profas, con lo que hacen ahora los chavales.
En el fondo de mi, bajando ese peldaño que separa en la tarima al profesor del alumno, he llegado a entenderlos, comprenderlos, incluso a quererlos.
Y con lágrimas en los ojos me he ido siempre a casa cuando se me ha acabado un contrato o he tenido que abandonar a las bestias a su suerte. Y aún hoy, que estoy físicamente lejos de ellos, pero no en mi corazón, he recordado muchos casos, muchas preguntas y muchos días, que hubiera cogido a los angelitos del cuello y me hubiera comido alguno para que dejara de dar la lata.
Que con el tiempo hasta los he cogido cariño, y eso que fácil, lo que se dice fácil no lo tiene ningún profesor hoy en día, que podrán ir borrachos, separados, con una amiguita o con minifalda (como dicen a veces en los periódicos, poniendo verde el sistema y los profesores de hoy en día, porque en nada tienen que ver con los de antes) pero eso sí, que no vengan al centro en coche, si no quieren acabar con todas las ruedas pinchadas.
lunes, 22 de noviembre de 2010
El nombre del ALMA.
Por razones que tan sólo lo Hados conocen, me he preguntado esta mañana, mientras escuchaba entre sueños a mi marido levantarse, hacerse el café y poner patas arriba la habitación buscando la corbata burdeos, allá por las seis de la mañana, cuál sería el nombre verdadero del alma.
Entre sueños también, que yo creo que es cuando mejor se discurre, he tenido una conversación con un duende bajito, que me ha recomendado que recordáramos juntos uno a uno, todos los nombres que en mi transcurrir me han ido dando la gente que me conoce. Más que nada para hallar entre ellos una pista, un indicio razonable de cuál es el verdadero nombre de mi esencia, pues ya decían mis amigos los antiguos egipcios, cuan importante es conocer el nombre de cada uno de nosotros, pues en sus letras encierra, como en un recipiente pequeño, la verdadera naturaleza de nuestro ser y nuestro paso por el mundo de los vivos.
Recordar y hacer recordar ese nombre, en las tumbas, en cada escrito que quedara grabado en la piedra, era garantía de que esa esencia no moriría nunca y que su vida, su impronta, su paso por el mundo, cobraría en el más allá su importancia, pues los dioses se acercan a nosotros y pronuncian nuestros nombres nada más vernos frente a su tribunal divino.
Así que no he dejado de preguntarme, cómo me llamarían a mi cuando me vieran...
-Acercate, ....., ¿has traído tu corazón para pesarlo en la balanza de Anubis?.
-¿Cuánto pesará mi corazón?, le he preguntado al duende curioso que se cuela en mis sueños y que me pone en mi razón preguntas incomprensibles. El mismo que juega con mis recuerdos y hace malabares con mis conclusiones, creando personajes y situaciones burlescas, fantasiosas y que nunca dejan de sorprenderme. Vamos el responsable de llenarme la cabeza de pájaros.
Él, a lo suyo y de un par de volteretas, me ha recordado quer era nuestro trabajo buscar de cuantas maneras me han ido llamando desde niña, pues si bien está, reflexionar sobre el peso del alma, el tema era el nombre, que todo se me tiene que encauzar, sobre todo cuando estoy aún medio en brazos de Morfeo.
Así que, de la mano arrugada de un viejecito prematuro, que no levanta dos palmos del suelo, he viajado con el recuerdo hasta los tiempos en que mi querido abuelo me llamaba Maripilina, que si bien ahora mismo me está dando hasta reparo recordar, era un hecho que para él, su nietecita tenía que llamarse así, dado que su hija era simplemente Maripili.
Por su capricho, y por acompañar a mi nombre los atributos de "nietecita de mi alma, de mi vida y de mi corazón" a manera de apellido, mis primos, tíos y hermanos se mofaban en muchas ocasiones de mi persona y mi padre varias veces censuró, que no era de ley tan largo cargo, para mocosa que no callaba un momento, y yo creo que por esa razón, vino a llamarme él y el resto de su familia, con el apelativo de Rosqui, que ha sido mi mote odiado y familiar, hasta que me impuse en la adolescencia y no respondía cada vez que me llamaban.
Motivo de chufla y chanza fueron mis redondeces y mis rosquillas en mi más tierna infancia, pero no me parecía a mi, que tan dulce mote, fuera lo que más me identificaba, y con apenas doce años, vine a denominarme Pilar, que ya era hora de dejarnos de diminutivos, cuando ya era personaje más que respetable.
Así que Pilar vienen a llamarme mis amigas del colegio, mis amistades más entrañables y longevas, y sobre todo, casi todo el mundo que tiene más conocimiento de mi persona, pues Pilar me presenté, y Pilar me quedé.
Y los apelativos cariñosos de mi abuelo, o el tono burlesco de mi nombre en mis hermanos, quedó poco a poco sepultado en cajones olvidados, con todas aquellas fotos de niña con minifalda y polainas blancas, que avergonzaban sin duda a la ya madura Pilar, que no dejó de serlo nunca ni para algún que otro amor de adolescencia, que ni en sueños se atreviera a llamarme de otra manera.
Sin embargo, ya en la intimidad del hogar y para algunos casos excepcionales, empecé a ser esa Pili que mucha gente no ha dejado de llamarme y nunca he dejado de ser. Que tanto extraña en oídos de mis otros muy allegados y no digo nada si pudieran haberlo oído mis alumnos del instituto o de las miles de clases que por ahí di, que seguramente hubieran pensado que se trataba de otra persona y no de su Seño, o de su Profa, que también durante un tiempo, creí mi nombre verdadero, por tantas veces que me llamaron así.
Convertida ya en Profa, en Pilar, en la de Historia, recaí que nunca fui denominada por el apellido, como muchas de mis colegas en el cole o de mis compañeras de clase, y tuve que comprender, que eran mis hermanos varones en todo caso los depositarios de tal honor, pues aunque mi apellido bien raro, bien pudiera haber servido para ponerme otro mote, a nadie se le pasó por la cabeza que mi esencia pudiera estar relacionada con él.
Asi que a caballo entre la Pilar de siempre, la entrañable Pili, la profa de Historia y obviando a algunos, que hasta Piluquinillita me llamaron en la intimidad, empezó a perfilarse ese nombre enigmático, cargado de magia e irrealidad, que ha ido conformormado la soñadora y escritora que soy. Empecé a llamarme a mi misma Azaria.
Mi duende soñador, que había parado por fin de reirse, por no decir que estaba malo de la risa y hasta lágrimas se le saltaban mientras me llamaba repetidas veces "Maripilina de mi vida, de mi alma y de mi corazón", por un momento se calló y me miró largamente.
-¿Y de dónde narices salió ese nombre?- no pudo evitar preguntar, hablandome sus ojos sinceros, con esa sabiduría que adivina, que es del mismo fondo de uno mismo de donde salen todos los nombres verdaderos.
-Nunca lo he sabido, la verdad. Sin embargo, siendo un nombre que creo que no existe, que inventé yo, sigo preguntándome si lo vi escrito en algún anuncio, si lo leí en alguna novela, si lo recordé de otros tiempos o si alguna vez, cuando me presenten a alguien, me dirán que se llama Azaria, como yo.
No sé cómo surgió, pero fue un personaje de mis cuentos, con el que llegué a sentirme tan identificada que se convirtió en mi y yo en ella.
Es ella quien escribe, quien me hace sentir que vivo más de una vida porque soy capaz de dar rienda suelta a todo eso que tengo dentro y queda impreso en un papel.
Quizá sea ese mi nombre, aunque quien más me conoce y me quiere, no ha dejado de llamarme Elbereth y ha puesto mi nombre a una estrella, y por ese nombre no puedo dejar de pensar que me ha convertido en alguien muy especial.
Sin embargo, en el límite entre la vigilia y el sueño, tratando de atrapar a ese duende que me escapa dando saltos por entre mis recuerdos, he escuchado otro nombre, áquel que más significa y por el que no me pueden confundir.
Ha sonado alto y claro entre las tinieblas de la oscuridad que iba muriendo esta mañana y se rendía a un sol, que tímido asomaba entre la niebla.
-Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Y no había duda, de que me llamaba a mi...
sábado, 20 de noviembre de 2010
Convertirse en ese personaje que siempre quisimos ser...
¡Cómo pasa el tiempo!. Parece que fue ayer el año pasado, cuando pensé en añadir una entrada de blog a mi página y ya ha pasado otro año por el calendario.
Reflexionaba entonces que siempre que cumples años va quedando menos. Nunca sabemos cuánto será y si tendremos o no tiempo de aburrirnos en ese intervalo, lo que sí sabemos con certeza es que será menos que el año pasado.
Leía hace poco, que el paso del tiempo, si ha sido fructífero, aprovechado y feliz, no importa tanto cuando contabilizamos su paso. Quizá lo verdaderamente preocupante sea pensar que su transcurrir no conlleva necesariamente que todos esos sueños, aspiraciones o inquietudes se hayan cumplido, por el mero hecho de desearlo. Y que en esos años que no se cumplen los sueños, se va haciendo uno más cobarde, más miedoso, más perezoso y más convencido de que en realidad, los sueños, sueños son y jamás se harán realidad.
Sin embargo, quiero pensar qué sería de nosotros sin sueños, sin aspiraciones, inquietudes, sin pensar que las cosas tarde o temprano acabarán por cambiar, por mejorar, por ser lo que nosotros imaginamos que serían en un principio. Qué sería de la vida sin sorpresas, sin capacidad de superación, sin apostar a una carta de vez en cuando sin escuchar la opinión de la razón, de los demás, de la lógica o de la rutina, que te lleva de la mano por el camino de la comodidad o de lo más evidente, quizá del camino marcado para ti.
Es verdad que hay sueños y sueños, querido lector. Hay sueños que pasan por coger un avión y plantarse en la Torre de Londres, en la Estatua de la Libertad o en coche para ir al Álcazar de los Reyes Católicos en Segovia. Otros muchos son más difíciles: pasan por tener éxito reconocido, por alcanzar el dinero, la prosperidad,la eterna juventud. Por recuperar la salud imposible y burlar a la muerte o por montarse en una nave espacial y surcar el espacio. Y también, otros muchos, son de esos que no se atreve uno ni a confesar a los amigos, incluso a veces ni a nosotros mismos.
Hay tantos sueños como imaginación quepa en nuestras cabezas, que cuando se llenan más y más de conocimiento, caemos en la maldición de desear cosas más y más descabelladas, difíciles de conseguir en horizontes más y más lejanos a medida que parece que nos acercamos a ellos.
Son esos sueños, esos que nos quitan el sueño, curiosamente, los que uno se sigue planteando cada cumpleaños, al soplar las velas. En la puerta de un quirófano si nos van a operar con cierto riesgo, cada vez que abres un sobre en la consulta de un médico porque hay serias dudas de tu salud o cuando vemos un coche de frente que se precipita sobre nosotros y quizá no volvamos a ver más luz que la de sus faros aproximándose. No digo nada de cuando uno de los nuestros, los que viajaban en el mismo tren, se va o cuando pierdes a alguien que era el centro de tu vida.
Todos hemos pasado por eso alguna vez. Y lo que a todos nos pasa por la mente, es más o menos lo mismo. No dejamos de preguntarnos si la vida que has vivido ha merecido la pena o si sigue mereciendo la pena seguir esperando, seguir imaginando, seguir inventando estrategias o personajes de nosotros mismos que nos inviten a seguir y que nos animen a no desistir de esas cosas que siempre deseamos para nosotros y nuestra vida.
Máxime cuando esos sueños imposibles, esos que atesoramos en nuestro interior, no son santo de la devoción de los que nos rodean, incapaces como son de entender que por esos sueños, por esa lucha por tratar de hacerlos realidad, nuestra vida sigue teniendo sentido. Sueños incomprendidos, casi siempre porque parecen absurdos, descabellados, irracionales o imposibles de realizar. Y, que no serán a todas luces más que pérdidas de tiempo, alejarse del camino trazado y cuestionar, quizá, los propios sueños de los demás.
Entre la poca confianza que tenemos en conseguirlos y el apoyo inexistente de los demás, los sueños esos que guardamos, parecen más y más inasequibles, más difíciles y menos razonables, y quizá por ello, desestimamos su existencia, nos conformamos con no hacerlos realidad o incluso justificamos que no se hayan hecho efectivos hasta el año que viene, o quizá hasta dentro de muchos años. Ya habrá tiempo...
Sin embargo, no nos engañemos. Pensar en ellos, reconocer que quizá ya no tengamos valor suficiente, hace que al soplar las velas, cuando ese secreto que podemos pedir, nos ofrezca otra oportunidad, vuelva a asomar en nuestra mente la esperanza, la llama de la necesidad o la ilusión. Sin que nadie lo sepa, cerrando los ojos, aparecerá la silueta de ese sueño dibujada en nuestro horizonte, y sabremos que, ni los años ni el olvido habrán conseguido convencernos de que todo eso sigue siendo necesario en nuestras vidas para ser felices.
Y quién sabe si, llegado el momento, cuando la llama de nuestro tiempo se esté apagando y sepamos que todo ha llegado a su fin, tengamos tiempo todavía para preguntarnos qué pasó, por qué no logramos convertirnos en actrices cuando era nuestra vida o porqué no fuimos a Canarias, cuando era lo que más deseábamos. Por qué no nos declaramos cuando ardíamos de amor por alguien que quizá merecía nuestra entrega, o por qué no nos atrevimos a traer un hijo al mundo cuando era lo que más deseabamos. Por qué no estudiamos lo que más nos gustó, por qué no hicimos un viaje a las estrellas en un barquito de papel. Por qué no bailamos delante de nuestros amigos por verguenza cuando nos dejamos la piel en los ensayos o por qué no nos atrevimos a publicar nuestros miedos, verguenzas o nuestras ilusiones, por miedo a hacer el ridículo o a no poder soportar el desdén de los demás. Por qué no nos convertimos en esos personajes que siempre quisimos ser...
Hoy he visto un video de Loles León de casualidad. En él ella contaba cómo consiguió que Pedro Almodovar se fijara en ella. Le costó muchas llamadas, mucho hacer el ridículo y mucho actuar, para que el director se diera cuenta de que en sus películas hacía falta alguien como ella y nada más que ella.
Me he sentido un poco absurda y también estúpida por tener miedo a hacer reales unos sueños que ni de lejos tienen que ver con lo dificil que debió ser para ella saltar a la fama y salir en películas que incluso ganaron un Oscar.
Atreverse a soñar, pensar que lo merecemos, buscar nuestro santo Grial. Ir hacia lo que queremos aunque nadie nos apoye, aunque nadie entienda que no es que sea razonable lo que sueñas, sino que es necesario para cada cual. Gritarle al Universo que lo queremos, que ya no queda mucho más tiempo y que ya es hora de hacerlo real.
Hoy que reflexiono sobre los sueños que tengo para mi misma, quiero creer, quiero perseverar. Y os animo a ello, a todos, a ser valientes, más incluso de lo que soy yo misma. Superar el miedo a nosotros mismos o a qué pasará, si saldrá bien o mal, y lanzarse a la piscina de lo increíble, de lo que no está al alcance de nuestras manos para los demás y sin embargo en nuestro foro interno sabemos que merecemos.
Luchar por ser felices, por tener más oportunidades de sorprendernos a nosotros mismos, por creer que todavía es posible protagonizar la película de nuestra vida.
Dar un sentido a nuestra realidad y a nuestra vida, otras vías para aprender a vivir de otra manera o para consolidar los principios que ya tenemos.
Os animo a perseverar, a hacer locuras razonables, a pensar en las consecuencias y a saber afrontarlas llegado el caso. A seguir adelante sin miedo a soplar un año más las velas del cumpleaños y seguir pidiendo el mismo deseo, sabiendo que ni nosotros mismos vamos a consentir que sea real. A aceptar, si llegara el caso, la derrota, o que las cosas nunca son como imaginamos. Admitir que no era para tanto, o que quizá porque todo salió mal, parecían tener razón las opiniones sesudas y razonables de los demás.
Hoy, casi en la cima de la madurez, estoy segura de una cosa. En el camino de intentarlo, en la lucha por conseguirlo y en el quererlo, le decía a una amiga ayer, está ese perfil de nosotros mismos que nos ennoblece y nos convierte en seres especiales, en maravillosos y únicos.
Igual hasta lo conseguimos...
Y si no, pues quizá acabaremos siendo seres sin éxito, porque a veces no se puede controlar todo. Solos, quizá por que los demás no entiendan gran cosa de nuestras razones. O seres frustrados por querer ser lo que ya nos habían dicho que era imposible.
¡¡Qué más da!!. Lo que realmente importa en la vida es haberlo intentado, haber aprendido de nosotros mismos y de la experiencia y haber tenido tiempo suficiente como para intentar hacer nuestros sueños realidad.
Nadie, ni siquiera nosotros mismos, podemos pedirnos nada más.
AZARIA, 20 DE NOVIEMBRE DE 2010, PARA TODOS LOS SOÑADORES.
martes, 19 de octubre de 2010
La banda sonora de mi vida.
Parte de mi vida. Con esas palabras bien pudiera resumir yo muchas sensaciones vividas, mucho tiempo acumulado en los desvanes de la memoria, que desempolvaron unas notas musicales, de un montón de cajas olvidadas en el más recóndito silencio.
Las creí perdidas, pero no lo estaban. El eco de sus voces se sumó a la melodía, el otro jueves, cuando por caprichos del destino y casualidades de la Fortuna, cumplí uno de esos sueños imposibles que ya crees irrealizables y sin embargo el Universo se empeña en regalarte, quién sabe por qué.
No le he preguntado al Universo por qué se empeña tanto últimamente en que yo recuerde. Por qué cada cosa que va pasando me recuerda un pedazo de lo que fui, de lo que viví, de lo que ya parece olvidado y sin embargo sigue formando parte de un todo, como esa melodía que sigo recordando y canturreando por las esquinas, y que nada más escuchar sus primeras estrofas, me lleva de la mano al pasado: me sienta delante del espejo.
Pasado. Tengo la sensación de que el Pasado me manda mensajes desde otra dimensión que se solapa con la nuestra. El otro día en forma de concierto, desde el escenario montado para la ocasión, para celebrar los 25 años pasados, los éxitos de un grupo de los ochenta. También para los cuarentones que asistíamos, para recordarnos los mejores años de nuestra vida.
Era mi grupo de música, los A-ha (grupo que sólo los que me conocen, recuerdan perfectamente, ya me he encargado yo, pero seguro que vosotros recordáis vagamente) los que habían venido a España a dar un concierto para despedirse. Una recopilación de sus éxitos, un canto contínuo y cargado de experiencias de vida que bien se parecen a las mías mismas.
¡No podía creerlo ya a estas alturas de mi madurez, sobre todo cuando siquiera sabía que seguían por ahí haciendo nuevos temas!.
En el colmo del delirio, debimos, mi amiga Mayta y yo, comprar las primeras entradas para verlos por fin. Y en los límites de la realidad, voceando y bailando a tres metros de mi cantante favorito, yo volví a reconciliarme con mi mundo.
Porque hay veces que todo parece merecer la pena, que todo adquiere sentido y que incluso tocamos con la yema de los dedos esa superficie transparente y endeble que separa el pasado del presente y nos miramos en el espejo.
Somos los mismos, por mucho que entonces fuéramos en vaqueros y con la carpeta llena de fotos de nuestros ídolos y ahora llevemos el bolso lleno de bártulos para el niño. Por mucho que ahora pensemos en la hipoteca y llegar a fin de mes y antes gastáramos la paga en un disco de moda o en unos zapatos de tacón. Por mucho que ahora estemos pendiente del móvil y no de las notas en el tablón de anuncios, por mucho que soñemos con que nos toque la lotería en lugar de gustarle al hombre de tus sueños.
No lo parecemos, claro. Sólo por los de A-ha no ha pasado el tiempo, pues viéndolos en pantalla grande parecen los mismos chicuelos que estaban tan buenos, como entonces. Nosotras, sin embargo, si somos ya señoras casadas, con hijos y con problemas llenándonos la cabeza, que no el alma.
Pero, por un momento, olvidando el dolor de juanetes y el clavo en la espalda, podíamos llegar a pensar que éramos aún las mismas...Mujeres maduras pero con los mismos sueños.
Y esta mujer madura va a contaros hoy un secreto.
A veces he lanzado señales a las estrellas. En el silencio de la noche más triste o después de un día mágico donde parecían encajar todas las piezas de ese puzzle que me empeño en construír, cuando la euforia no me dejaba dormir, me he asomado al balcón a mirar el cielo estrellado, esperando que alguien pudiera escuchar el eco de mis voces.
Eran a veces llantos ahogados en la lluvia, anhelos callados por la búsqueda de horizontes lejanos donde olvidar lo que fui y tratar de encontrar mi propio camino. Otras, lamentos por dolorosos amores que no supieron entenderme y otros tantos que se ahogaron sin que yo entendiera muy bién cómo había estado perdiendo a esa persona. El devenir de las cosas, el pensar que el sol siempre acaba por salir en la Televisión y a veces en la vida no parece que luzca gran cosa.
Casi siempre gritar mis ansias por vivir la vida peligrosamente sin pensar mucho en consecuencias o ahogar un grito entre mentiras para no saber si realmente me asustaba algo que estaba por llegar.
Otras muchas veces, me empeñaba en contar lo que estaba viviendo. Compartir mi vida vivida entre libros que siempre tenían una música de fondo mientras los estudiaba. Ilusiones de un mundo diferente que por las calles de Londres imaginé, pensando que a la vuelta de la esquina el cantante de A-ha se toparía de narices conmigo como si hubiera salido del comic donde estaba encerrado tan sólo para verme.
Sueños que imaginamos en grupo, las amigas viendo videos musicales, cuando había que explicarles a muchos qué era eso de los videos musicales si no salían en la tele.
Amores que imaginé y se hicieron reales siempre con la mísma música de fondo.
Amistades que aguantaron el paso del tiempo, que incluso me acompañaron a un concierto 25 años después. Convivencias que no aguantaron mi desorden, mis berridos repetidos o las mismas canciones una y otra vez.
Sin embargo, con los pies doloridos y el corazón lleno de alegría, el otro día descubrí que la magia, efectivamente, existe. De alguna manera, alguien estaba escuchando todo eso que yo me empeñaba en compartir con el Universo. Se hacía eco de mis pensamientos, traducía a melodía algo que yo era incapaz de unificar o proclamar. Escribía en renglones pequeños, con rima, con ritmo y con una belleza capaz de conmover a muchas almas, parte de aquellos mensajes que yo enviaba a las estrellas y ellas repetían a otras almas más sensibles que las mías.
El último disco fue el resumen de mi vida misma.
Volver al pie de la montaña, precisamente donde vivo ahora y de la forma que he querido vivir. No fue, sin embargo, la única vez. Recordaba que, cada vez que salía otro disco, las lágrimas inhundaban mi rostro. ¿Cómo era posible esa suerte de magia que transladaba a otro idioma, otro universo, a melodías que entendía sin apenas comprender las palabras y sin embargo, me llegaban tan hondo como para conmover profundamente mi espíritu?.
No lo he entendido nunca pero tampoco me ha importado. Esa voz dulce y grave a la vez, traía esas historias que ya había vivido, había querido olvidar o acaparar en mi corazón para siempre: para no perderlas jamás.
Gracias a esas melodías no morirían del todo mis experiencias, pues cada vez que volvían a sonar en mi equipo de música, yo recordaba todo eso: esos ojos oscuros y tristes, esos paseos por las calles de Londres, esas noches en la residencia, hasta las tantas y compartiendo risas y experiencias con compañeras que quizá no volvieras a ver más. Un amor imposible, una experiencia demasiado fuerte para una joven adolescente. Volver a la realidad una y mil veces después de haber estado fuera de ella. Una carrera universitaria, cientos de libros subrayados, miles de cuentos que empezaban y no acababan por ver su final. Un compromiso que acabó en silencio. Yacimientos que quedaron por descubrir y que enterré en las arenas de mi memoria. Escritos que no conservo porque acabé rompiendo, ilusiones que un día se hicieron realidad. Amistades que sólo se entendieron después de compartir muchos secretos, muchos momentos de encuentro, mucho miedo en voz alta y también miles de buenos momentos. Pero, sobre todo, el sueño imposible de pasear por las áridas tierras de un desierto cuyo horizonte recortado con las tres pirámides, lo recorrería de la mano de ese hombre que acompañara mi soledad.
Siempre con esa banda sonora de fondo. La música que realmente me ha llenado el corazón y el alma. Capaz de hilvanar mis recuerdos uno tras otro en el tapiz de mi vida, en ese que voy tejiendo cada día sin darme cuenta y que me ha convertido en lo que soy, esa que quiera que viera mi hijo cada vez que me mira con sus ojos color miel.
Gracias A-HA, gracias por darme tanto y por formar parte de mi vida como yo formo parte de la vuestra. No hay duda que el Universo sabe muy bien lo que hace y consigue juntar a las almas que se comunican con las mismas palabras, en la misma longitud de onda, como dirían los científicos.
El jueves, en Vistalegre, un puñado de almas semejantes entonamos la misma canción, y yo fui una de las afortunadas en compartir ese momento mágico. Recordé, entre esas notas conocidas que he cantado mil veces, lo que fui y lo que soy, lo que quise y lo que quiero.
Pero, sobre todo, descubrí que aunque a veces nos sentimos tan especiales, tan diferentes o tan sólos, en realidad no lo estamos. A veces es cuestión de mirar a nuestro alrededor y otras muchas, tan sólo se trata de escuchar.
AZARIA, Noviembre de 2010 para todas esas almas, especialmente, la de mi amiga Mayta.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Híncame el Diente lidera la venta de entradas
El estreno de la semana, por copias, era Híncame el diente, pero sin duda muchos ojos estaban puestos en la aventura comercial de Buried (Enterrado), producida por Versus Entertainment y distribuida en España por Warner. El film debuta en la tercera posición con una cifra de 655.000€ en 199 cines, por lo que la media se queda en unos buenos 3.300€. El dato por sala es el segundo mejor de la cartelera y el tercero de los estrenos españoles hasta la fecha justo por detrás de Que se mueran los feos y Conocerás al hombre de tus sueños, (y dejando de lado el estreno limitado de La última cima). Buried ha tenido una respuesta del público precavida pero solida, y con la lógica de ser un film muy singular, difícil para seducir a la audiencia masiva. Es un producto de género, sin grandes alardes visuales para el sector de menos de 25 años (ni sangre, ni asesinos, ni fantasmas) y tampoco es un producto ideal para el sector femenino. Esto reduce el target a un perfil o bien cinéfilo o bien de entre 20-25 y 35 años, conocedor de este tipo de cine y seguidor. Con esto, los datos registrados no son nada malos, indican un interés fuerte, más allá de los más afines y con ello, hay que ahora esperar un efecto boca-oreja que se potencie semana a semana por las críticas y los comentarios. Su notoriedad es elevada, y por ello hay que felicitar a Warner y Versus por ser tan precavidos en su presencia en salas. Ahora hay que valorar que la cinta llegará muy bien armada al fin de semana largo que viene y con ello debería aspirar a mejorar las cifras, y rápidamente colocarse en los 1,6-1,7M€ para encaminarse a los 3,5-4M€.
En el caso de Híncame el diente, sus 1,15M€ generados en 324 cines le dan el mejor dato de la semana y la mejor media por sala, 3.440€. Era previsible que la película fuera a dar con fuerza a un sector adolescente poco mimado en estas pasadas semanas, que apenas ha disfrutado de un producto muy pensado para él, y esta parodia era una apuesta fuerte ya que venía a seducir a las adolescentes fans de Crepúsuculo y a los chicos que la odian, así que la combinación ha sido más fuerte que Superhero Movie y Disaster Movie. Comparando con otro gran producto parodia, Casi 300, ésta logró unos espectaculares 1,8M€ en la primavera del 2008, siendo uno de los grandes hits de este tipo de cine. De momento, Híncame el diente parecía más diseñada para una audiencia masiva adolescente ya que el sector adulto tenía una oferta más poderosa. Con algo de suerte, Fox podría aspirar a los 3M€ si logra aprovechar el fin de semana que viene.
Los otros dos estrenos de la semana, Machete y Siempre a tu lado, se han quedado en la cuarta y quinta posición respectivamente, con resultados algo más regulares. En el caso del film de Sony, Robert Rodríguez no es una marca excesivamente fuerte en España y por ello, los 577.000€ logrados son un dato decente y competente para las 254 copias con las que partía. Sony ha potenciado mucho el film, le ha dado mucha visibilidad y sabiendo la escasa oferta de los menores de 25 años, a tratado de darles un plato bueno. Con todo, parece que el film se ha beneficiado de este factor de poca oferta, por lo que la semana que viene sufrirá avalancha de estreno que la dejarán algo de lado, aunque con el beneficio de un fin de semana largo, que eso siempre ayuda. Con algo de suerte la cinta podría alcanzar los 1,7M€, un dato rentable para un film de estas dimensiones.
El romance de Siempre a tu lado ha logrado 483.000€ en 254 cines, dejando una regular media de 1.875€, dato previsible. La cifra se coloca por detrás de Recuérdame y Querido John, que lograron en primavera 0,58M€ y 0,6M€ respectivamente. La cinta tenía la contra de tener dos ofertas más, y esto pasa factura y más cuando el film no tenía nada excesivamente especial. Universal había tratado de darle forma para llegar algo más allá de la audiencia adolescente y juvenil femenina, mirando de buscar en las parejas de otras edades. No ha dado para mucho más y no se espera que el boca a oreja le de alas a nada. Los estrenos de próximas semanas la dejarán fuera de un coletazo.
Entrando en los mantenimientos del top10 hay que destacar que el mejor dato viene del reestreno de Avatar, el fenómeno de Fox no tiene fin, y esta semana cae un medido 27% hasta los 438.000€, por lo que ha logrado ya 1,2M€ gracias a estos 8 minutos extras. El total de la película en estas 42 semanas es de 76,2M€. Si se engancha con las Navidades, aún podría dar alguna sorpresa.
Del resto de títulos, Come reza ama cae un 41% hasta los 920.000€, una caída aguda si se valora la escasa competencia directa que tenía el film. La cinta sigue siendo el film mainstream del momento, imán femenino pero con muy mal boca-oreja, lo que puede haberle frenado entre muchos espectadores que se habrán disipado entre títulos más pequeños (como el documental estrella Bicicleta cuchara manzana o Carancho). Con todo, la película con Julia Roberts ya roza los 3M€ y con un poco de empuje llegará a los 5,2-5,5M€.
Otro sector interesante a comentar es el producto familiar que ha repetido con decentes mantenimientos aunque en la mayoría ya mostrando un claro agotamiento después de varias semanas de sequía. La veterana El aprendiz de brujo cae un 39% hasta los 0,41M€ y acumula unos buenos 6,2M€. Los siete serán ahora su objetivo final.
El estreno de la pasada semana, Astro Boy, cae un 26% para ya acumular 350.000€ y la semana que viene podrá aprovechar algo el puente a pesar del fuerte estreno animado que llegará.
Menciones aparte se merecen los 24,5M€ de Toy Story 3 y los 1,15M€ de Campanilla.
Estos datos y la fuerza con la que se estrenará hacen pensar que Gru. Mi villano favorito las tiene todas para hacerse con el público masivo y aprovechar el fin de semana.
La presencia de tanto estreno adolescente ha provocado la lógica caída fuerte de Step Up 3D, que cae un 52% hasta los 245.000€ y cierra el top10. Con este dato la película acumula ya 1,62M€ y los 1,9 millones serán un dato final decente y superior a antecedentes recientes, pero lejos de los de Step Up 2.
De los títulos españoles tanto Lope como El gran Vázquez se derrumban fuera del top10. La primera lo hace un 39% hasta los 210.000€ y con ya 3,25M€. Sin la candidatura de los Oscar el film se encamina a un final cerca de los 3,7M€, un dato bueno a nivel de comportamiento pero regular valorando su apoteósico estreno. La cinta no ha interesado lo suficiente más allá de las audiencias más adultas y afines a este producto. En el caso de Vázquez el interés aún ha sido más limitado, haciendo gala de un boca a oreja nulo que le ha provocado una caída del 50%, muy elevada valorando sus regulares datos de inicio. Ahora la cinta sólo lleva acumulados 660.000€ y los 800.000€ se perfilan como un final muy cercano.
En el cuadro de pequeños estrenos, esta semana hay que destacar el éxito del documental Bicicleta cuchara manzana. La cinta logra unos buenos 45.000€ en 19 cines, dejando una excelente media por sala de 2.360€ por sala, un dato enorme para un producto documental y que recuerda a los buenos resultados de otros films como Cataluña España o Garbo. Ahora el film debería disfrutar de un mantenimiento fantástico, potenciado por críticas y comentarios que la lleven a aspirar a algo similar a lo que ha vivido La última cima. La cinta llegaba rodeada de una presencia en medio elevada gracias a su temática y presencia en San Sebastián.
Unos puesto más arriba está Carancho que cae un discreto 11% hasta los 118.000€ para acumular en 10 días casi 300.000€. El mantenimiento era de esperar que fuera bueno ya que la película se perfila como un producto altamente comercial y seductor para las audiencias adultas de ciudad, habituales del producto con toque de suspense y drama. Para algunos sectores, es un duro contrincante para Buried.
Fuente: lahiguera.net
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lunes, 11 de octubre de 2010
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domingo, 10 de octubre de 2010
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Cirugía para agrandar el pene
Sección de los Ligamentos (Ligamento Fundiforme y Ligamento Suspensorio), que fijan el pene al hueso del pubis. La Intervención suele realizarse con anestesia regional (1/2 cuerpo), y requiere un ingreso en la Clínica de unas horas. La cicatriz resultante es de unos 4 cm. y es apenas visible ya que queda escondida dentro del vello del pubis.
Tracción Post-operatoria para evitar la fibrosis o retracción cicatricial y facilitar el desplazamiento al exterior de la zona del pene que se encuentra dentro del cuerpo. Es imprescindible efectuar la tracción después de la intervención, ya que sin ella los resultados pueden ser nulos.
La tracción debe realizarse a partir del 5º día después de la Intervención de Alargamiento, durante unas 8 horas al día por un periodo de 3 a 4 meses.
El dispositivo de tracción que se utiliza es el aparato médico JES Extender®.
La Intervención de Alargamiento seguida de la Tracción continuada durante el periodo post-operatorio, permite alargar el pene entre 2 y 4 centímetros (dependiendo de cada paciente), de manera permanente.
En pacientes con exceso de tejido graso acumulado en el pubis (base del pene), el pene puede parecer aún más pequeño debido a que el pene se encuentra "semi-enterrado" en el pubis. En estos casos es posible realizar al mismo tiempo una Liposucción de Pubis, y aumentar así la exteriorización del pene.
El Alargamiento y el Engrosamiento NO pueden ser efectuados al mismo tiempo, en la misma intervención.
Fuente: Agrandarelpene.es
Consejos para después de comer
Están aquellos que no les guste que sobre nada en la fuente por eso lo comen, o que emparejan las porciones que sobraron, y picotean de todo lo que les sobró, y allí esta el error más grave que hace fallar el plan para perder esos kilos de más. Por eso os dejamos algunos tips que pueden ser muy útiles en éstos casos.
Desde que termine de comer, retírese de la mesa.
Una vez que se retiró de la mesa, lave sus dientes, para eliminar el sabor de comida, más allá de mantener sus dientes saludables.
Si está dentro de sus posibilidades, pida a otros que realicen la tarea de limpieza de los utensilios de cocina, que ordene el comedor etc.
Relájese y tome un café o té, luego de comer, pero no en la mesa, sino en cualquier otro lugar de su casa.
Aproveche para hacer cualquier otra actividad que tenga pendiente, llame a una amiga para conversar, tome un baño, etc.
Salga a caminar, y tenga presente, no guardar las sobras de los platos, si cocinó de más ya sea porque así lo deseaba o porque sobró, guarde la comida que sirva en el congelador, o la nevera, rápidamente, ya que si la dejamos fuera pueden volverse realmente una tentación difícil de controlar.
China retira dos patrulleras de los islotes en disputa con Japón
El portavoz del Gobierno nipón, Yoshito Sengoku, advirtió de que las autoridades japonesas seguirán "vigilando con atención" la zona y estimaron imposible "predecir las actividades futuras de las patrulleras de las zonas de pesca chinas".
Una crisis diplomática estalló después de la captura, el 7 de septiembre, de un pesquero chino por los guardacostas japoneses que acababa de embestir en las inmediaciones de esas tierras deshabitadas. Pekín protestó por la detención en Japón del capitán del pesquero chino y congeló todos los contactos de alto nivel con Tokio antes de que las autoridades niponas liberaran al oficial el 24 de septiembre.
Los primeros ministros japonés y chino, Naoto Kan y Wen Jiabao, se reunieron el lunes en Bruselas y se pusieron de acuerdo para mejorar las relaciones bilaterales, lo que rebajó la tensión. Ambos reiteraron, no obstante, la soberanía de sus países respectivos sobre los islotes, que están en aguas ricas en pesca y con un subsuelo que podría encerrar hidrocarburos.
Sengoku no quiso confirmar que la marcha de las patrulleras chinas tenía que ver con la calma de la crisis, y estimó que otras razones podían explicar la retirada de ambos barcos, sin más precisiones. Japón acusa a China de haber decretado un embargo sobre las exportaciones al archipiélago de tierras raras, recursos minerales esenciales para los sectores de la electrónica y el automóvil.
El régimen chino lo desmintió, pero los importadores japoneses confirmaron un bloqueo de los suministros. Negociantes nipones afirmaron estos últimos días que pudieron reanudar los trámites aduaneros previos a la compra de estas sustancias preciosas, pero las importaciones no han vuelto a empezar, según las mismas fuentes. Un japonés detenido el 20 de septiembre en la provincia de Hebei (norte) permanece detenido en China, acusado de haber "filmado ilegalmente instalaciones militares".
Según su empresa japonesa de obras públicas, este empleado preparaba un proyecto de eliminación de unas 400.000 armas químicas abandonadas por el Ejército japonés en China al final de la Segunda Guerra Mundial. La ONU encargó a Japón de la limpieza de los lugares contaminados. Tres colegas detenidos en el marco del mismo caso fueron puestos en libertad y regresaron a Japón la semana pasada.
Fuente: Noticiasdebarrio.com
HOLA A TODOS, CUARENTONES Y DEMÁS ANIMALES...
CONFIESO QUE ME HE LANZADO SIEMPRE A LAS MÁS TREPIDANTES AVENTURAS. HOY EMPIEZO OTRA, QUE PARA MÍ ES DE LO MÁS INTERESANTE Y ARRIESGADA: ESCRIBIR MIS IMPRESIONES Y MI VIDA POR INTERNET.
¿YO?. YO, QUE SOY CARNE DE DIARIOS ESCRITOS A PLUMA Y RATÓN DE BIBLIOTECA. YO, QUE ANTES DE BUSCAR UN DATO EN EL GOOGLE, SOY CAPAZ DE REVOLVER LA CASA ENTERA PARA ENCONTRARLO EN MIS LIBROS...
SIN EMBARGO, AHORA QUE ESTOY YA EN EDAD DE MADURAR, AHORA QUE HAY QUE IR CON LOS TIEMPOS Y QUE PARECE INEVITABLE EL DECLIVE, BUSCO UNA MANERA DE ENTENDER LA REALIDAD, UNA ALTERNATIVA A DEJARSE LLEVAR POR LO INEVITABLE.
PUEDE PARECER FRÍVOLO O IRREVERENTE, PERO CON MIS CUARENTA AÑOS, ME GUSTARÍA PENSAR QUE AÚN PUEDO APRENDER ALGO DE LA AVENTURA DE VIVIR.
COMO OS DIGO, DISPUESTA A LOS CUARENTA Y A LOS QUE ME ECHEN...